Capitulo 21

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- ¿Cómo está el papi mas hermoso del mundo?

- No se, ve y pregúntale - respondió el español casi con amargura - en cambio yo sí se cómo está la hija desobligada que no se despidió ni de su padre - dijo aún dolido. México río.

- Ya, jefe ¿Sigue enojado por eso? - río la castaña mientras se acomodaba el sombrero en su cabeza para que en la imagen de la videollamada se pudiese ver su rostro mejor.

España la miro con ojos ofendidos para después hacer una cara y seguir mirando su computadora portátil. Estaba en su oficina en la casa, se había quedado ese día a ayudar a Maya con los pequeños mientras Argentina, Paraguay y los trillizos se iban a trabajar, Uruguay aún tenía dificultades para caminar y moverse con soltura, los puntos de la sutura recién le fueron retirados el día anterior, después de una semana de haber sido puestos y los mayores, Chile y Perú, aún no volvían de casa de Inca.

- ¿Papi? - dijo México con voz de niña mimada, algo que siempre funcionaba con España - ¿Me perdonas, pa?

El español hizo un gesto de molestia, mientras se veía visiblemente que su enojo vacilaba unos segundos hasta que suspiro y miro a su hija mayor con rostro afligido.

- Como volvais a hacedme esto, te juro que te desheredo, Nueva España - sentenció mientras se acercaba a la cámara, dejando que México tuviese un mejor ángulo de su bigote.

- Si, papi, perdón - sonrió la castaña - ¿Cómo estás? ¿Y Maya y los chanekes?

- Bueno...

- ¡Estamos bien mi niña! - la voz de Maya interrumpió a España, había entrado en la oficina de su esposo justo para oír la voz de México preguntar por ella. Con prisa corrió hasta el escritorio de su marido y se colocó sobre su hombro, empujándolo contra la madera, para que la castaña también la mirara - ay mi niña, mírate - sonrió la mujer - toda una ranchera, igual que tu madre...

México sonrió.

- Hola Nana, ¿Cómo están mis renacuajos? ¿No te dan mucha lata? - pregunto la castaña después de ver con diversión como España trataba de levantarse un poco del escritorio, en vano.

- Uy, lo normal, por cierto, piden que les traigas dulces de tu tierra - sonrió la mujer - ya ves que a estos chamacos les fascinan los dulces.

- Ijole, Nana, a ver si les gustan - río la mexicana - acá los chamacos se la pasan comiendo puro picante, hasta en los dulces - sonrió. Aún recordaba las risas de Ana cuando volvió a probar dulces de tamarindo que Nana Sofía había llevado del pueblo, le apenaba recordar que su lengua y paladar habían olvidado el sabor y comenzó a enchilarse muy a su vergüenza. Tuvo que comer dulces con picante a diario después de ese día para acostumbrar de nuevo a su lengua.

- ¡Que no respiro! - exclamo España con voz ahogada, Maya se sonrojo y se apartó un poco de su esposo quien se alzó para tomar una bocanada enorme de aire y mirar a su esposa quien le sonrió con pena - pero si a esos críos vos los acostumbraste a comer más picante que a cualquiera ¿De que hablas?

México río, era verdad. Desde pequeños, a sus hermanos más chicos los acostumbro a comer con picante, ella misma decía que si no picaba, la comida no tenia sabor y disfrutaba de comer así. Pero con los chiles de Europa, no con los mexicanos. Admitía, con vergüenza nuevamente, que su primer comida con picante en su tierra la había hecho sentir la lengua hinchada por horas.

Confirmaba una teoría. Los chiles no pican si no son de México. Punto.

- Larga historia, apa' - río México recordando como Ana y Antonio reían mientras la Nana Sofía le daba a tomar un vaso enorme de leche para que "dejara de llorar" - pero no se preocupen, yo les llevo una enorme maleta de mis dulces tradicionales.

Vivir una mentira. RusMex +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora