- Me duelen las patas - se quejo Mexico mientras movía sus pies de un lado a otro en la cama.
- Yo te dije que descansarás un rato, pero querías bailar - susurro Rusia mientras hurgaba en los cajones de su habitación en busca de ropa para el y para la castaña.
- Esque... ¡La culpa es de Toño! ¿Para que me invita a bailar sabiendo que amo los zapateados? - mascullo ella con un puchero.
- Mañana iremos al doctor para ver si los bebés están bien, por más que te dije que no brincaras parecías no escucharme - la regaño el eslavo haciendo reír a la castaña que se puso de rodillas en la cama para ver mejor a su novio con una sonrisa.
- Mis bodoques entienden que para su ama' el zapateado es importante, así que estarán bien, ya verás - sonrió mientras acariciaba su estómago abultado, Rusia la miro y dejo la ropa a un lado para acercarse y acariciar despacio el vientre de la castaña con amor antes de darle un ligero beso en la frente a ella.
- A ducharnos, es tarde y ustedes necesitan dormir - apremio el eslavo a su novia que, como niña pequeña y ya acostumbrada a que Rusia hiciera lo mismo cada noche, alzó sus brazos hacia el con una sonrisa sonrojada.
El eslavo la tomo contra su pecho al estilo nupcial y la llevo al baño de la habitación para sentarla con delicadeza en la tasa y comenzar a desvestirla como su fuese una criatura pequeña, México, sintiendo el escalofrío propio de sentirse querida y especial, se dejo hacer por su novio con un sonrojo en el rostro. Por más veces que Rusia hiciera eso, seguía sintiéndose igual en su interior cada que el eslavo la trataba como si fuese una muñeca de porcelana.
Poco después ambos estaban en la tina llena, con Rusia peinando con sus dedos el largo cabello de México que se recargaba en el con naturalidad y ella jugueteando con la pulsera de su madre en su muñeca.
- Amor - susurro México y Rusia emitió un sonido de estarla escuchando - ¿Tu crees que tú mamá estaría tan feliz como tú papá y el mío al ver los ecos que les regalamos hoy a ellos?
Rusia se quedó en silencio un momento, dando vuelo a su imaginación, pensando en como seria la reacción de su madre al ver por primera vez a sus nietos. Una sonrisa escapó de sus labios.
- Habría llorado de la emoción y habría saltado feliz por todos lados para después abrazarte con fuerza por ser quien me da tanta felicidad - respondió el eslavo abrazando a su novia por el vientre, pegándola a si mismo.
México sonrió enternecida y respondió el abrazo acariciando sus manos sobre su estómago para quedarse en silencio otro rato, pensativa.
- ¿En qué tanto piensas, Mex? - pregunto Rusia en su oído, besando con amor su cuello y provocando escalofríos en la castaña.
- Desearía poder ver la reacción de mi mamá al ver a sus nietos, eso es todo - susurro con voz ahogada, sintiendo el dolor en su pecho asfixiarla como cada año.
- Yo también quisiera lo mismo - susurro Rusia abrazándola con fuerza contra si mismo, refugiandose en la protección que le brindaba a la madre de sus hijos - pero creía que eras tu la que decia que ellas nunca nos dejan.
- Asi es... Es solo que... - las lágrimas comenzaron a salir de los ojos de la castaña, haciendo que Rusia rápidamente pegará su rostro en su pecho, haciéndole sentir que no estaba sola, mientras sus propias lágrimas luchaban por salir - ellas no merecían irse tan pronto... Pero era su destino...
- Lo era - concordó el eslavo sintiendo como su lagrima rebelde escapaba por su mejilla.
Estuvieron otro rato abrazados, sintiendo la calidez del otro, el amor y la seguridad que se ofrecían mutuamente, protegiéndose entre ellos de su dolor.
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Vivir una mentira. RusMex +18
RandomDespués de irse a vivir a casa de su novio de toda la vida, México se siente más sola que nunca. Lloraba hasta dormirse a causa de su soledad, hasta que el amigo de su novio cayó a casa de visita. ADEVETENCIAS: La historia es principalmente RusMex...