Capitulo 46

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- ¿Cómo dices Sempai? - Japón caminaba por los pasillos del enorme conjunto de oficinas con paso apresurado, el teléfono en el oído y cargando un montón de papeles en la otra mano.

- Italia se sentía mal - contesto Alemania mientras caminaba de un lado a otro en la oficina, sentía una opresión en el pecho, le costaba respirar y se sentía ahogado, algo estaba pasando, tenía un mal presentimiento - y me preocupo mucho, no se si fue a casa o no, pero queria saber si podías ir tu a revisar que estuviera bien, mi padre me dio más trabajo en este momento y no me puedo mover de aquí.

- No hay problema, Sempai - dijo Japón después de darle los documentos a la asistente de su hermano China, se giro en dirección a su oficina - yo iré a ver a Ita-chan en cuanto salga de aquí, mi hora de almuerzo es en 10 minutos - comento viendo su reloj de muñeca.

- Porfavor manténme al tanto, siento... Siento algo extraño y... - Alemania fue interrumpido por unos golpes de nudillos en la puerta, sin que el pelinegro diera paso a que entrara alguien, la puerta se abrió y frente asi, el rostro pálido y desencajado de Thrid apareció - ¿Papá?

- Italia... - susurro el hombre sintiendo como su rostro cosquilleaba ajeno a su propio ser - Italia tuvo un accidente en su auto... Esta en el hospital...

El teléfono de Alemania cayó de sus manos al mismo tiempo que las rodillas de Japón tocaron el suelo, este alcanzo a oir lo que su futuro suegro había dicho de su novia.

- ¿Hermano? - la voz de SurCorea, quien se acercó a su hermano mayor junto a NorCorea que veía extrañado al japonés, se escuchó muy lejana para el asiático proveniente del país del sol naciente.

Las preguntas de este y la asistente de su hermano mayor se vieron opacadas para los oídos de Japón por el grito de desesperación y dolor que alcanzo a escuchar de la voz de Alemania.

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- Deja de regañar a tus hermanitos, déjalos divertirse - dijo Venezuela mientras estaba tirada en una hamaca a la sombra en el tercer patio de la hacienda, con el teléfono en el oído.

- Deben aprender disciplina - le respondió Syria luego de mandar a los niños a lavarse después del desastre que habían hecho en la cocina tratando de hacer galletas.

- Pero si son unos niños, mi amor, dejarles vivir - río la joven mientras agitaba su pierna en el aire - de yo estar ahí, les habría ayudado a hacer las galleticas.

- De estar tu aquí no habrían tirado mezcla hasta en el techo - dijo Syria después de poner en altavoz su teléfono y mirar la mezcla que parecía a punto de desprenderse del lugar mencionado - ¿Cómo hicieron para que llegará ahí? - se pregunto extrañado y Venezuela río.

- Cuando vuelva les haré galletas a ellos y a ti mi chamo - sonrió la chica, sonrojando de golpe a Syria quien solo carraspeo, nervioso a pesar de que su novia no estaba ahí con el - te extraño mi amor.

- Yo también te extraño - dijo el árabe después de asegurarse de que sus hermanitos no lo escuchaban, acercándose al teléfono como si pudiese ver a su latina en la pantalla - extraño tus besos y abrazarte.

- Yo también extraño eso - Venezuela se sonrojo violentamente mientras veía a todos lados, buscando a alguno de sus hermanos que pudiese escucharla, al confirmar que estaba sola se pego el teléfono a la boca - extraño tenerte dentro, chamo.

Syria se puso completamente rojo de un momento para otro pero una media sonrisa salió de sus labios al recordar la última vez que tomo a su novia antes de que está se fuera del país, sus gritos y gemidos de placer mientras le arañaba la espalda con esas enormes uñas pintadas de rojo, su suave piel perlada de sudor, sus labios hinchados por sus besos y mordidas, sus ojos nublados en placer y deseo.

Vivir una mentira. RusMex +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora