Mackenzie
Estoy terminando de decorar el pastel para mi futura "suegra" y tengo que bañarme y estar lista en menos de una hora.
Dylan va a pasar por mí y vamos a encontrarnos con Julia y sus padres para comer.
De pronto empiezo a pensar en cómo será todo. ¿Sus papás me tratarán bien? ¿Realmente se tragarán esta farsa?
—Mierda. —comienzo a sentirme nerviosa y siento como mi corazón empieza a latir muy rápido. —cálmate. No serán tus suegros de verdad. Todo es falso. En un año todo acabará y dejarás de verlos. —trato de calmarme a mí misma.
Ojalá tuviera una amiga que me dijera eso y tratara de calmarme.
Respiro por la nariz y saco el aire por la boca. Hago lo mismo muchas veces y cierro mis ojos en la ultima respiración honda que tomo.
—Si les caigo bien, que bueno. Si no, no importa. —me enderezo y comienzo a recoger los trastes sucios, aún me siento muy nerviosa. —Es Dylan quien me dará mi pastelería, no sus padres.
Me meto a bañar en tiempo record, me pongo un poco de fragancia para oler rico y un vestido morado de flores que Julia me compró para usar hoy.
Arreglo mi cabello con crema para peinar para que se me ondule un poco y me maquillo ligeramente.
Me siento en el sillón de mi sala a esperar a Dylan, no debe de tardar mucho. Recuesto mi cabeza en el respaldo del sillón y cierro mis ojos. Al mismo tiempo hago ejercicios de respiración, infinitos.
Bueno no tan infinitos porque golpean la puerta de mi departamento, y me levanto a abrir.
Dylan está ahí y mueve su mano saludando. —¿Lista?
—Mas o menos.
—Yo igual. —Dylan entra y camina alrededor de mi departamento como si también estuviera nervioso. Bueno, ya no me siento tan mal. —Repasemos. ¿Cómo nos conocimos?
—Hace un año comencé a ser tu recepcionista. Nos hicimos amigos y nos enamoramos. —respondo.
—¿Mi comida favorita? —pregunta.
—Lasaña, igual que yo. Y Pollo.
—¿Mi color favorito?
—Azul.
—Bien, el tuyo es el morado. —dice. –¿Cuántos perros tengo?
—4.
—¿Cómo diremos que te propuse matrimonio?
—No lo había pensado. —me siento de nuevo en el sillón porque siento que mis piernas tiemblan. Soy tan débil últimamente. Pero es que no estoy acostumbrada a rodearme de gente. Siempre hemos sido Dante y yo. Nosotros contra el mundo y el mundo contra nosotros. —Pues solo que... fuimos a cenar y ya. No tiene que ser nada extraordinario.
—Pero, todas las mujeres sueñan más con la pedida de mano que con la boda. —se ríe—. Por ejemplo, les encanta que les den el anillo en Disneylandia o... que estén tomando una copa de vino y les pongan el anillo ahí.
Y ahora me comienzo a reír yo. —¿A qué mujeres te refieres? Imagínate estar tomando el vino y que te tragues el anillo y te ahogues.
—Bueno, no es tan buena idea ahora que lo pienso. ¿Entonces?
—Solo hay que decir que estábamos cenando en un lugar, me lo pediste y... todo el mundo aplaudió —ruedo los ojos —y ya.
—¿Segura? ¿No quieres que sea como algo extravagante o más romántico?
—Es que me da igual, Dylan. —me encojo de hombros.
Tal vez él se equivocó al escogerme como su esposa falsa. A lo mejor el buscaba a alguien más... entusiasta.
—Bueno, en una cena. Nada ostentoso y sencillo. ¿Nos vamos?
—Sip. No te pregunté de que podía hacer el pastel y lo hice del que me gusta más. Tu mamá no es alérgica a las nueces, ¿verdad? —me levanto del sillón y doy un par de pasos a mi cocina para tomar el pastel que puse en una caja de cartón especial para pasteles.
No es tan grande. Es un pastel pequeño y bonito.
—No. ¿Te ayudo?
Dylan agarra el pastel de mis manos, yo tomo mis llaves, mi teléfono, bolso no porque no tengo uno que combine con el vestido que traigo y nos vamos.
Durante el camino hablamos de cosas que nos gustan y cosas que odiamos, para que no fracasemos.
Llegamos al restaurante, se mete al estacionamiento y señala el auto de Julia, lo que significa que ella ya está en el lugar con sus padres.
—No te sorprendas si te llego a tomar la mano o darte un beso en la mejilla o así. ¿Ok? Que no se ponga raro nada. —dice notablemente nervioso.
—No, lo sé. Todo está en el contrato. No me voy a enamorar de ti si es lo que te preocupa. —me río. Es lo que menos quiero, créanme. —Te preocupas mucho por lo que yo llegue a sentir. —digo franca.
—Es que eres... rara. —rasca su cabeza. Es como si no supiera que palabra usar. —Siento que...
—¿Qué no tengo sentimientos? —completo.
Seguramente no era lo que él iba a decir, hubiera tartamudeado mucho sin saber cómo decirlo para no ofenderme, así que lo ayudé un poco.
—No, si... no... no lo sé, como que no te importa nada. Como cuando te pregunté si había alguien como una amiga o amigo a quien quisieras invitar para que no te sientas sola entre tantos desconocidos o así y tu dices como si nada que no hay nadie.
—¿Debería llorar, entonces? —vuelvo a reír. —Te dije que soy de Filadelfia. Mira... si tengo primos y primas allá... y amigos, pero si les digo que tomen un autobús o un avión de repente no lo harán. —miento. No hay nadie, primos, amigos, ni siquiera soy de Filadelfia, pero él no tiene que saberlo, solo es para que deje de hacer preguntas. —La única persona que conozco aquí en NY y que le tenía cariño hasta hace unos días, es Dante, mi ex y los dos sabemos dónde está. Tranquilo. VOY A ESTAR BIEN. —le recalco una vez más, no sé cuantas veces se lo he dicho. —Y definitivamente no me enamoraré de ti. —trato de que suene como broma para dejar de lado el momento de intensidad que acaba de haber.
—Bien. Tampoco eres mi tipo. —ríe.
—Bueno, que comience la farsa. —digo y voy a abrir la puerta, pero muestra su palma de la mano indicándome que no me mueva.
Frunzo mi frente y él se baja del auto. Lo rodea por el frente y llega a mi puerta para abrirla y ayudarme a salir. Pongo mis ojos en blanco y pongo una cara de princesa que es rescatada de un castillo.
Cierra la puerta cuando me bajo del auto. En una mano lleva la caja con el pastel dentro y la otra mano la entrelaza con la mía.
Ahora si, comienza lo bueno. O sea la parte en la que las cosas se ponen buenas o malas.
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Dame un año (TERMINADA)
RomanceMackenzie perdió todo cuando su exnovio apostó sus ahorros en un juego de póker. Dylan está a un año de ser el director del hospital más importante de Nueva York y el heredero oficial de su abuelo fallecido. Si ambos deciden hacer un contrato un tan...