Capítulo 29: Creo que necesito sexo.

650 39 2
                                    

FIN DEL MARATÓOOON!

5/5

Dylan

—¡Ya no puedo más! —Mack se echa hacia atrás y cae acostada en la nieve. —¡Me duele todo! Y tengo mucha hambre.

—¡Lo sé! —Mis brazos se sienten pesados de tanto cargar el trineo. —¿Crees que los demás ya estén en el punto donde quedamos encontrarnos?

—Vamos a esperarlos allá. —se levanta y se sacude la nieve de su ropa.

Llevamos el trineo para entregarlo y tratamos de ubicarnos en donde estamos. Solo tenemos que caminar un poco para llegar a donde están los locales de ropa y de comida.

Nuestros pies se hunden un poco en la nieve y es difícil caminar. Mack se está acomodando su gorro tapando sus orejas y casi tapa sus ojos también. Los dos estamos respirando con dificultad por el frío que se siente.

10 minutos después llegamos a los negocios de comida y todo eso. Todavía no hay nadie en el punto en qué quedamos que nos encontraríamos.

—Voy a enviarles mensaje diciéndoles que los esperaremos en esta cafetería. —señalo con mi pulgar a la cafetería que está detrás de nosotros. Escribo un mensaje para Julia y lo reenvío a Nick para que lo vean ambos.

Entramos a la cafetería y buscamos una mesa. Pedimos un chocolate caliente para cada uno mientras esperamos a los demás para ver si quieren comer algo.

—¿Te divertiste? —le pregunto.

—Si. Ha sido bastante divertido. Incluso cuando bajamos con los esquíes, ¡no me digas que no!

—Bueno, sí fue divertido. Excepto la parte en que por poco te estampas en los árboles. —le digo.

Ella asiente. —Entonces... ¿descubriste que te da miedo esquiar? —levanta una de sus cejas.

Suspiro. —No sé por qué. Toda mi vida quise esquiar.

—Pero ¿qué te dio miedo? ¿La altura?

—No... no lo sé. Supongo que sí. —me encojo de hombros —Empecé a marearme cuando íbamos en el teleférico. Y luego cuando vi la inclinación de la montaña... ah... no sé. Solo sentí que no podía hacerlo.

Mack asiente, pero no se ríe de mí ni se burla.

—Bueno... gracias por bajar. Pudiste haberte puesto firme y decir que no... pero no lo hiciste.

—No fue tan terrible como pensé. —digo para que no sienta que me obligó a hacer algo que no quería, aunque prácticamente así fue.

—Entonces... ¿quieres que volvamos allá arriba y bajemos sin presión? —pregunta.

—Ni loco.

Ambos reímos.

Nos traen nuestra taza de chocolate caliente y Mack se quita sus guantes y su gorro. Toma la taza entre sus manos para calentarse.

—Además, no bajé de ahí solo porque sí. Me debes unos pancakes de Mickey Mouse. Y una clase de "¿cómo hacer pancakes de Mickey Mouse?"

—Cierto. Pero solo te haré válida esta oferta si prometes no dejarme sola con el guía. —arquea ambas cejas, mirándome fijamente esperando a que responda.

¿No puede coquetear un poco con un tipo que solo verá unos días? O ser amigable al menos.

—¿Por qué te desagrada tanto? —pregunto.

—Es que... los hombres son unos cerdos, no te ofendas.

—¿Ok?

Pone los ojos en blanco. —¿Crees que no me doy cuenta como me mira? Y como quiere... ¿tocarme? Es por eso que me he mantenido como un chicle pegada contigo...

Dame un año (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora