Capítulo 22: Estas despedida.

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Dylan

Las siguientes semanas han sido semanas pesadas. Al menos para Mack.

Después de llegar del consultorio se pasa las tardes horneando pasteles y decorando. Tiene como un... acuerdo con un restaurante, ella hace los postres que sirven ahí y le pagan -muy bien, debo decir-. Es por eso que todos los días tiene que estar horneando. Y luego llegan los viernes y tiene aún más pedidos de sus clientas que ya tenía, para fiestas, reuniones o solo porque tienen antojo.

Yo no me quejo porque hace que toda la casa huela delicioso y porque cuando hay sobras de pan o glaseado o lo que sea, me deja comerlo, pero ella se ve estresada. Y verla estresada me estresa.

Es media noche de un miércoles y está esperando a que lo que sea que tenga en el horno esté listo y está cabeceando en el sillón de la sala, con su celular en la mano repitiéndose el mismo video.

Me siento despacio en el sillón junto a ella y susurro su nombre. ­—Mack... —no despierta —¿Mack? —muevo suavemente su hombro y se sobresalta.

Me mira y luego abre sus ojos de par en par y se levanta del sillón.

—¡El pay! —suelta su teléfono en el sillón y corre a la cocina. Mira a través del cristal del horno. Luego se relaja cuando ve que todo está bien.

—Oye... ya es tarde. Deberías dormir.

—Este es el último —suspira y se recarga en la isla de la cocina apoyándose en sus codos. —aunque debo despertar temprano para decorar todo esto... —señala los panes que están frente a ella.

Supongo que son los que van para el restaurante.

—Mack, vas a enfermarte. No descansas ni un momento del día —le digo con un tono de preocupación evidente.

—Estoy acostumbrada... he pasado noches sin dormir antes, no te preocupes. —bosteza.

—¿A qué hora debes entregar esos pasteles?

—Son para medio día. Los decoraré temprano, me los llevaré al consultorio y a las 11:30 vas a darme permiso para ir a llevarlos. Luego regresaré contigo.

—Tengo una mejor idea... estás despedida —me cruzo de brazos.

—¿Qué? —se acerca.

—Estás despedida —repito —No quiero ser el culpable de tus desvelos y tu estrés.

—No eres el culpable. Te acabo de decir que he pasado noches sin dormir antes. Siempre ha sido así, tengo un trabajo de día y por las tardes y noches hago estos pedidos de pasteles...

—Pero soy tu esposo y un esposo cuida la salud de su esposa.

Mack levanta una ceja.

—No importa que seamos esposos... de mentiras —pongo lo ojos en blanco —apenas comes y a ti te encanta comer.

Ella asiente y frunce sus labios.

—Pondré un cartel en la puerta del consultorio solicitando recepcionista. No tardará en llegar alguien preguntando por el puesto, es Nueva York. Siempre hay alguien buscando trabajo.

—¿Estás seguro? —muerde su labio. Parece que lo está viendo como una buena idea. —Puedo hacer las dos cosas, de verdad. Y no tienes que quedarte despierto... por cierto ¿Qué haces despierto tú?

—Tu teléfono... —asiento con mi cabeza hacia su celular junto a mí —llevaba reproduciéndose el mismo video como 10 minutos. Tu estabas quedándote dormida.

—Perdón por eso.

—Pero sí. Puedes quedarte aquí y decorar todo con calma. ¿Qué pasa si deciden no pedirte más pasteles porque los decoras mal por hacer todo a las prisas? Mejor dedícate al cien por ciento a los pasteles y... busca más clientes. Desde que creaste tu Instagram te han pedido más. Eres buena en esto.

Mack sonríe y asiente con un poco de arrogancia.

—Ok, pero si me necesitas, me llamas —dice.

—Anotado.

Espero con ella mientras sale el último postre que metió al horno y después nos vamos a dormir.

Me levanto temprano en la mañana y trato de no hacer ruido para no despertar a Mack, me baño, me visto y salgo de la casa como un ninja. En el camino llego por un café y un sándwich de pavo a una cafetería.

Apenas llego al consultorio, pongo un letrero en donde dice que se busca recepcionista.

Paso media mañana atendiendo pacientes y volviéndome un poco loco porque como no hay nadie en la recepción, siempre tocan a la puerta de mi consultorio para preguntar si ya es su turno. Y me interrumpen mientras reviso al paciente que tengo conmigo.

A mediodía, cuando no tengo pacientes, aparece una chica joven, bonita, rubia con algunos mechones de color rosa y los ojos con un poco de diamantina, preguntando por el puesto de recepcionista. La única pregunta que le hago es "¿sabes usar la computadora?"

Ella dice que sí y le muestro como es que Mack tiene todo organizado. Al parecer es diseñadora gráfica pero no ha podido encontrar un trabajo estable. Al menos el día de hoy, fue mi salvación.

Más tarde, Mack me envía mensajes de los pasteles que decoró y dice que irá a la tienda de NY cake & baking a comprar cosas que necesita para más pasteles.

Si que necesita su pastelería, donde pueda tener proveedores también que le vendan la harina y todo eso a un precio más bajo.

Al terminar las citas de hoy regreso a la casa, cuando doblo en la esquina veo a mi vecino de enfrente Luke cruzar la calle y alcanzar a ayudar a Mack antes de que soltara un costal de harina y cayera al piso.

Me estaciono detrás del coche de Mack y bajo sonriendo —¡Hey, Luke! —saludo.

Luke asiente hacia mí mostrando su perfecta dentadura blanca en una sonrisa.

—Hola... amor —dice Mack sonriéndome nerviosa. Ajusta su agarre en el otro costal de harina que está cargando. —Gracias por tu ayuda —dice hacia Luke.

—Por nada. ¿Son novios? —pregunta Luke obviamente interesado y extrañado.

—Esposos. Nos casamos hace poco —respondo —si quieres dame el costal.

—Oh, claro —me pasa el costal de harina —Bueno, soy Luke, vivo aquí enfrente —se presenta con Mack —¿puedo preguntar, para que es tanta harina? ¿Si es harina, verdad? —la última pregunta la hace en tono de broma, como si se refiriera a que podría ser cocaína o algo así.

Finjo reírme y por la forma en que Mack ríe, también finge.

—Si, es harina. —responde.

—Ella hace pasteles. Si un día necesitas uno puedes pedírselo a Mack. Si es un pastel muy elaborado de preferencia haz tu pedido una semana antes. 

—Es bueno saberlo, Mack. Gracias, Dylan.

Estoy siendo muy amable porque Luke frecuenta el círculo de amigos de Lance. Hasta podría apostar que Lance hará que Luke nos vigile.

—Bueno, estas cosas pesan mucho. Un gusto verte, Luke. -digo.

—Igual. Adiós, Mack.

—Adiós, Luke. —dice Mack caminando hacia la puerta de casa sin molestarse a mirar hacia atrás.

No le digo que Luke es conocido de Lance para que después no se sienta observada.

Acomodamos la harina en la alacena y se sacude un poco de ésta que quedó impregnada en su ropa.

—¿Qué tal tu día? ¿Conseguiste recepcionista?

—La conseguí. —omito que fue una mañana estresante hasta que esa chica llegó. —¿Entregaste todo a tiempo?

—Siip. 

Dame un año (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora