Capítulo 36: ¿Pastelería o restaurante?

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Mackenzie

Las siguientes dos semanas fueron de pura rutina para mí, aunque para Dylan creo que fueron un poco difíciles ya que además de ir al consultorio en las mañanas, tenía que ir al hospital de Nueva York para atender pacientes que necesitaban todo el equipo. A veces llegaba de madrugada a dormir y volvía a irse temprano. Solo tuvo los domingos libres por la tarde, como hoy que no ha salido de su cuarto porque ha estado durmiendo toda la tarde.

No ha podido pasear a los perros, soy yo quien se ha encargado de eso, pero tengo que llevarlos por separado ya que aún no los controlo. Me he encontrado un par de veces con el vecino de enfrente y me pregunta sobre mi relación con Dylan, como si quisiera averiguar algo, no le he contado nada porque no quiero que tenga otra cosa que pueda estresarlo.

Aprovecho que tengo el horno encendido para meter unas papas cortadas y unas costillas con bbq que compré en la mañana.

Admito que estoy un poco preocupada por Dylan, no creo que haya tenido una comida decente en toda la semana.

Poco después de que suena el temporizador que pongo para que todo esté bien cocinado, Dylan sale de su habitación y viene a la cocina. Me sonríe, pero es una sonrisa cansada y suspira cuando se sienta en uno de los bancos junto a la isla.

—¿Descansaste un poco? —le pregunto cortés.

Pienso en el día que él me hizo dejar el consultorio para que yo pudiera descansar y no tener que desvelarme al realizar los pedidos y trabajar al mismo tiempo.

Ojalá fuera tan fácil decirle a un médico importante que renuncie.

—Más o menos. —inclina su cabeza hacia los lados como si estuviera estirando su cuello.

—Bueno, algo es algo. —sonrío para animarlo —preparé algo rico para cenar... supongo que no has comido bien estos días.

—Solo café y sándwiches de pavo. Odio el pavo ahora, por cierto.

Me río.

—Por suerte no es pavo lo que hay para cenar. —abro el horno y me pongo un par de guantes de cocina para sacar la charola con las costillas y las papás.

Puedo ver los ojos de Dylan con un poco de brillo cuando pongo la comida en la encimera.

—¿Tu cocinaste esto? —dice sorprendido —¡solo he comido esto en restaurantes!

—No es tan difícil —me encojo de hombros.

—Mack, ni siquiera sé cómo encender el horno —se ríe de sí mismo. —Mi cocina estaba completamente nueva, hasta que llegaste. ¿O sea que además de repostera eres buena chef?

—Pues... no diría que soy buena chef, pero me gusta cocinar.

—¿Cómo es que aprendiste a cocinar así?

—Me gusta ver videos en Youtube de recetas y... he comprado algunos libros. —respondo.

—¿Estás segura de que quieres una pastelería y no un restaurante? —exagera.

Pongo los ojos en blanco y niego con mi cabeza. —Solo sigo las instrucciones. Vamos, come ya —digo para que ya deje los halagos.

Ya había puesto los platos sobre la encimera, tomo unas pinzas y sirvo algunas papas y unas costillas en el plato de Dylan. Espera a que me sirva yo y luego de eso empieza a comer.

Se lleva un poco de carne a la boca y pone cara de satisfacción.

—¿Podrías hacer esto todas las noches para la cena? O... ¿podrías enseñarme como hacer esto para... —hace una pausa —para cocinar yo para ambos?

Dame un año (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora