Capítulo 18: Una novia... real.

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Dylan

Pues Mack, sí que disfrutó el desayuno. Pidió a la mujer que guardara las sobras en una caja desechable quise reírme, pero también me pareció adorable.

De todas formas, si se llevan la comida que sobró lo que harán es tirarla, Mack la guardará en el mini refrigerador del pent-house y estoy seguro de que lo comerá en cualquier momento del día.

La mujer terminó de limpiar la habitación y Mack y yo nos pusimos a ver el folleto del hotel para saber que haríamos durante el día.

—¡Woow! Todavía no puedo creer que estoy en el hotel donde se grabó Home Alone.

Ambos nos reímos de su comentario. Me llega un mensaje y lo reviso.

—Mi mamá —Le digo a Mack y ella inclina su cabeza para ver el mensaje en mi teléfono.

"¡Envíame más fotos! ¿Ya fueron al Spa? No olviden ir a cenar al restaurante e ir a la tienda de regalos. Por favor, también hagan uso del jacuzzi, tal vez dentro de nueve meses me conviertas en abuela.

Los quiero"

—¡Ewww! —exclama Mack. Supongo que por lo del jacuzzi.

—Perdón por eso. Creo que estará decepcionada porque ni yo ni Julia le daremos nietos.

Mackenzie hace una mueca. —¿Por qué? —se aclara la garganta y después parece avergonzada por la pregunta —Digo... ah... sé que Julia es gay, pero podría... ya sabes, adoptar o... inseminación... en fin, no tienes que decirme nada —aprieta sus labios dándose cuenta de que está siendo un poco metiche.

Se sienta de nuevo en el otro extremo del sillón, con el folleto del hotel en sus manos.

—No, está bien. Bueno, tienes razón, Julia podría adoptar —me encojo de hombros —para mi familia no sería lo mismo como un hijo de tu propia sangre, pero, supongo que lo querrían, de todas formas.

Eso sonó mal, pero a veces las personas por más religiosas que sean, son crueles. Recuerdo que una vez, mi abuela fallecida dijo una vez que adoptar un hijo no era buena idea porque no sabes de donde viene, no sabes si sus padres eran unos locos o raros, que no sabes si heredará las "mañas" de ellos. Que adoptar no era tan bueno como tener uno propio.

Mi mamá, mi papá y mis tías estuvieron de acuerdo. Desde ese día Julia y yo nos hemos guardado para solo nosotros dos las cosas que sabemos que nuestros padres criticarán o harán comentarios para hacernos sentir que estamos mal.

Es por eso que Julia no ha dicho que es lesbiana.

Es por eso que yo, no pienso decir que me importa un pepino tener una "familia feliz".

—¿Y tú? ¿De verdad, no quieres hijos? —me mira esperando mi respuesta.

—Para tener hijos necesito una novia... real. Y para tener una novia necesito creer que el "amor" existe —hago las comillas con mis dedos —solo... no pasará.

Mackenzie asiente.

—¿Y tú? ¿Realmente quieres hijos? ¿Quieres traer a una pobre criatura a vivir en este mundo de mierda?

Ella ríe disimuladamente, diciendo "no" con su cabeza y mira hacia el folleto en sus manos.

—Parece que tú y yo estamos de acuerdo que este mundo es una mierda. Y no... no me gustaría traer un bebé más a este mundo, pero... —me mira y parece que quiere decir algo, pero se detiene.

—¿Pero?

—Nada.

—No, continúa. —la incito—

—No, es que... solo... no descarto la posibilidad de adoptar. A diferencia de lo que piensa tu familia... creo que sería lindo darle la oportunidad de tener una familia a un niño o niña que fue abandonado —suspira —los orfanatos están llenos y... los niños no siempre son bien tratados ahí... —deja de mirarme —bueno, es lo que dicen.

—Claro.

—Es una mierda que pidan tantos requisitos... —murmura pero entiendo perfectamente sus palabras.

¿Por qué lo dice? Es como si ya lo hubiera intentado. Pero no quiero preguntar.

Esta conversación se puso muy íntima.

Y no quiero nada íntimo con ella.

—Bueno, ¿vamos al spa? —me pongo de pie y ella sonríe notablemente emocionada.

Salimos del penthouse y preguntamos a una señora de limpieza por donde dirigirnos para llegar al spa. Nos da indicaciones y las seguimos.

Al llegar, hay como una recepción. La señorita que atiende dice que hay una reservación a mi nombre, es una "cita de recién casados".

Miro a Mack, como si estuviera preguntándole ¿qué hacer? Ella se encoge de hombros y asiente para que entremos.

Así que miro a la señorita y le digo que entraremos.

Llama a otra señorita y nos pide que la sigamos. Nos dice que primero entraremos a la sauna y nos entrega un par de toallas, una para cada quién. Dice que solo debemos usar esas toallas, no podemos usar ropa interior, que no nos preocupemos ya que la sauna será solo para nosotros dos.

Nos deja solos en el vestidor y dice que ella esperará afuera.

Ahora, como vamos a quitarnos la ropa Mack y yo, en un espacio de 2x2. Si fuéramos una pareja de esposos real, no habría problema, pero somos desconocidos.

—Creo que no fue tan buena idea venir aquí —dice ella.

—¿Qué hacemos? ¿Nos vamos? —pregunto.

—No, sería raro. Desvístete y ponte esa toalla y luego yo —se da la vuelta y se cubre la cara con la toalla que tiene ella.

Bueno, aquí vamos.

Me quito mi camisa, mis tenis, mis pantalones, todo y voy poniendo todo sobre la silla que está junto a la pared. Me pongo la toalla cubriéndome la parte de abajo y la abrocho.

Cubro mi pecho como anoche que "accidentalmente" Mack me vio desnudo y le digo que voltee.

Ella ríe al verme cubriéndome y pone los ojos en blanco. —Voltéate y si te atreves a mirar, te mato.

—Ok, ok. Tranqui.

Ahora yo le doy la espalda y como mi toalla está cubriéndome, solo pongo mis manos en mis ojos.

La escucho desvistiéndose y cuando termina dice un "listo". Tiene sus manos en el nudo que hizo con la toalla en su pecho, como asegurándose de que no se deshará.

Salimos del vestidor y la señorita nos sonríe y nos lleva al cuarto de sauna.

Es pequeño ya que es solamente para una pareja. Dice que volverá en 20 minutos y cierra la puerta.

Después de los primeros 5 minutos el ambiente se vuelve incómodo, es decir, no tenemos nada de qué hablar, estamos medio desnudos, solos en un espacio diminuto donde apenas nos separa medio metro.

—Así que... eres de Filadelfia. Es una ciudad grande y con mucha historia, ¿qué te hizo venir a Nueva York? —pregunto rompiendo el silencio.

Poco a poco empiezo a sentir calor y mi frente comienza a humedecerse.

—Todo el mundo quiere vivir en Nueva York. —se encoge de hombros.

—Cierto. ¿De allá eran tus padres?

—Uh... —rasca su cabeza y arruga su frente —No, en realidad. Bueno, ni siquiera sé de dónde eran. Ellos murieron cuando era muy... pequeña. Viví con unas... tías... en Filadelfia.

—Oh.

No parece muy convencida de lo que está diciendo. 

Dame un año (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora