Capítulo 5: No tengo a nadie.

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Dylan

La siguiente semana, Dylan canceló un par de citas en el consultorio por las mañanas para reunirnos con su abogado para hacer el contrato.

Su abogada es su hermana y ella me ha aclarado más de 10 veces en menos de 20 minutos que será transparente conmigo y que puedo estar segura de que no van a tratar de estafarme ni nada parecido.

—Entonces, ¿han pensado en cuales son los requisitos de cada uno para que este contrato no dañe a ninguno de los dos? —pregunta la abogada. Su nombre es Julia.

—Yo tengo un par. —respondo a su pregunta.

—Igual. —responde Dylan.

—¿Número 1? —dice Julia lista para escribir en su laptop.

Dylan me mira y asiente para que empiece yo, pero quiero escuchar lo que él va a pedir primero para así poder darme ideas...

—Tu primero. —digo.

—Bueno... número 1, tendrás que mudarte a mi casa, tendrás tu propia habitación, por supuesto.

No objeto ni reclamo, eso me lo veía venir.

—Mackenzie debe de vivir en casa de Dylan. —dice Julia escribiendo en su teclado. —Habitación propia. 

—Número 2: —continúa Dylan mirándome. —puedes seguir trabajando en el consultorio, o no. Independientemente de tu decisión, te daré como un tipo de pago mensual por ser mi "esposa". Y obviamente es un pago adicional a la pastelería por tener que fingir este matrimonio. 

—Vaya, ¡generoso el hombre! —se burla Julia mirando la pantalla frente a ella.

Pienso lo mismo que Julia en mi mente. ¿Cómo decir no a eso?

—Número 3: Tendrás que tomar mi mano o fingir cariño por mí cuando mi familia o amigos estén cerca, si alguien se queda a dormir en mi casa, tendrás que dormir en la misma habitación que yo. Número 4: Mis perros son como mis hijos, ellos andan por toda la casa y así seguirán las cosas, no podrás echarlos afuera.

Jamás haría eso.

—Número 5: no puedes decirle a nadie, ni a tu familia, ni amigos que este matrimonio es falso. Y creo que son todos mis puntos. ¿Objeciones? —pregunta Dylan.

—Todo bien. —la verdad es que sí. No hay nada descabellado en sus puntos. —Ahora yo. —continúo con la numeración en la que se quedó. —Número 6: no vas a prohibirme nada. Puedo salir a donde quiera.

—Ok, ok, pero tengo una condición a ese punto, no puedes salir con hombres, al menos no en público donde alguien pueda verte y crean que me eres infiel.

—No me refería a salir con hombres. Solo digo... que no puedes prohibirme hacer cualquier cosa. Como ir al gimnasio o... a caminar o al centro comercial o... a cualquier parte. —omito el lugar al que suelo ir a veces por las tardes.

—Ok, no te preocupes. —dice.

—Número 7: tienes que... prestarme tu cocina para poder hacer los pedidos de pasteles que tengo los fines de semana. —dudo de este punto porque tal vez suena bobo, pero quería hacerlo porque el horno de la estufa de mi departamento ha estado fallando y Dylan seguramente tiene un buen horno el cuál seguramente está nuevo.

—Ok. —asiente. —¿Número 8?

—Es el último y el más importante, debes cumplir tu promesa de ayudarme a abrir mi pastelería.

—Te dije que sería la mejor de Nueva York. Tenlo por seguro. —promete.

Julia termina de escribir en su teclado y nos mira a ambos. —¿Algo más? Algo como... ¿nada de sexo? O ¡sexo!... o no enamorarse, cosas más de ese tipo.

Dylan y yo nos miramos como si estuviéramos de acuerdo con que su hermana está loca.

—Eso no tiene que ir en el contrato, sabemos que no pasará. —le digo con obviedad.

—Exacto. —asiente Dylan de acuerdo conmigo.

—Pues... vivirán juntos, trabajarán juntos... todo puede pasar. El amor se da cuando menos te lo esperas —dice fingiendo una voz soñadora.

—Julia, sabes lo que pienso del amor —Dylan rueda los ojos. —En fin, puedes imprimir ya el documento, así lo firmamos de una vez y podemos apartar la fecha para la boda. —él señala la impresora del consultorio.

—Ah, espera, falta eso, la boda. ¿Ya le dijiste? ¿Debería ir en el contrato? —pregunta mi "futura cuñada"

—Cierto. —Dylan me mira. —mi familia es un poco tradicional y... religiosa. ¿Eres religiosa?

—Pues... no. 

—Bien, entonces no te importará esto... creo. Como enserio necesito que crean que esto es muy real... tendremos que casarnos por la iglesia y... hacer una pequeña fiesta con... invitados míos y tuyos obviamente.

Empiezo a reírme discretamente, pero igual sigue siendo risa. —¿Boda por la iglesia? ¿fiesta? Creí que solo sería por el civil...

—Lo sé, debí mencionarlo desde el principio. Pero dices que no eres religiosa así que lo de la iglesia no debe importar. Yo tampoco soy tan creyente como mi familia. —empieza a hablar con preocupación.

—Si no aceptas esto, Mackenzie... no hay contrato. —Julia aprieta sus labios esperando mi respuesta. —es importantísima esta parte.

—S...si. Está bien. —Si hay un Dios, espero que no me castigue por jugar con esto.

Julia se pone a escribir este último punto. —¿Hay alguien a quien quieras invitar? ¿Padres, hermanos? Sería más real si hay familia tuya.

—No hay nadie a quién quiera invitar.

—¿Tus padres? —pregunta Dylan.

—Están muertos. No tengo a nadie. —repito y digo firme.

Ambos se lanzan una mirada y no preguntan nada más. 

Dame un año (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora