Capítulo 68: ¿Quieres saber que más me dijo?

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Mackenzie

6 meses después.

Estoy terminando una entrega de un pedido cuando mi teléfono comienza a sonar. Es el número de la licenciada que está encargándose del proceso de adopción de Amy. Me tengo que orillar para poder contestar porque no sé si son buenas noticias o malas.

Deslizo el botón verde en mi teléfono y contesto.

–¿Hola?

–¿Mackenzie? ¿Estás ocupada?

–No. ¿Hay noticias? –pregunto.

–¿Estás sentada? –pregunta curiosa.

–Si. ¿Qué pasa? –¡dios! ¡Que hable ya!

–Tranquila, no comas ansias. –ríe. –¡Se aprobó la adopción!

–¡Oh por Dios! ¿Es enserio? ¡¡Ahh!! ¡No puedo creerlo!... ¡¡POR FIN!!

No puedo con la emoción. Estoy gritando como loca dentro de mi auto y las personas que pasan por fuera voltean asustadas.

–¡Muchísimas felicidades! –dice al otro lado de la línea y creo que está riéndose de mi ataque de felicidad.

Y es que, ¡nunca fui tan feliz como ahora!

–¿Y qué sigue? ¿Cuándo puedo... sacar a Amy de ahí?

–Cuando ella esté de acuerdo. Como es mayor de 7 años, los psicólogos y las autoridades tienen que hablar con ella para preguntarle si desea ser adoptada por ti. Pero estoy muy segura de que quiere que seas su madre así que no creo que haya problemas. La cita es mañana, pero tu puedes ir hoy a hablar con ella y darle la noticia.

–¡Dios! No sabes lo emocionada que estoy.

–Puedo escucharlo.

He llorado de estrés, de tristeza, de desamor, de ansiedad, de todo durante estos últimos seis meses. Hoy estoy llorando de felicidad.

–Iré justo ahora al orfanato para al fin contarle a Amy de esto. ¡Muchas gracias! –le agradezco porque ha tenido que soportar mi humor cambiante durante todo el proceso.

Termino la llamada y conduzco hacia el orfanato. Mi sonrisa de hoy es imborrable.

.....

Amy me ve en el patio de juegos y corre a saludarme. Siempre me saluda como si no me hubiera visto en años, cuando estuve aquí hace dos días.

–¡Hola, mi amor!

—¿Dos veces en una semana? ¿Que no tienes trabajo en tu pastelería? —me mira confundida.

—¡Oye! Parece que no quieres que venga. —la miro con los ojos entrecerrados y me cruzo de brazos haciéndome la enojada.

—¡Claro que quiero que vengas! Solo que no me gusta cuando te vas. —mira hacia el suelo.

La tomo de la mano y las dos nos sentamos en el césped.

—¿Te gustaría que estuviéramos juntas siempre?

Amy asiente triste y empieza a jalar un hilo de su calcetín que está suelto.

Nunca le he hablado sobre las ganas que he tenido de adoptarla desde que la conozco porque nunca tuve la solvencia económica para tener éxito en el proceso de adopción. No quería ilusionarla con algo que quizás nunca pudiera pasar.

Supongo que ella cree que nunca he pensado en adoptarla.

Pero en estos 6 meses he hecho todo lo posible para que el juez vea que soy completamente apta para adoptarla. El sueldo que me dan como accionista cada quince días es tan generoso, que incluso pude comprar una casa. Tampoco es que sea una casa enorme como la de Dylan con habitaciones extras y un jardín trasero con piscina y suficiente espacio para cuatro perros, pero es una casa lo suficientemente espaciosa para tener una habitación para mí y una habitación para Amy. Cocina decente, sala, comedor, baño, lo que una casa normal debe tener. Tiene un jardín bonito a la entrada y tiene un patio trasero de buen tamaño para que una niña pueda jugar y si queremos, podremos adoptar uno o dos perros.

Dame un año (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora