Capítulo 33: ¡Por favor ayuda!

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Mackenzie

El siguiente día no la pasamos tan mal.

Como era obvio, Dylan y yo fuimos los primeros en despertarnos. Ni siquiera nos preocupamos porque se regrese a su cuarto, ninguno de los dos quiere volver a dormir así que nos vamos a la cocina. Desayunamos de lo más tranquilo y no importa el ruido que hacemos con cacerolas y cubiertos, el idiota de Johnny ni se mueve. Sigue como un muerto en el sillón de la sala.

—¿Te bañaste anoche? —pregunta Dylan.

No hemos hablado mucho en este rato, principalmente porque no queremos que Johnny se nos una.

—Si. ¿Por qué preguntas?

—Es que... hueles a champú. ¿Es de coco? —se acerca un poco para oler mejor. Está un poco raro.

—Eh... si. Es de coco.

—¿Por qué no hacen champús para hombres con olor a coco o... fresa? Siempre huelen a perfume o... madera.

—Pues... usa de mujer —río.

—No porque el champú de mujer me dejaría calvo o... me saldría caspa. Es lo malo, por mí, usaría de mujer porque tienen olores muy ricos, pero no están hechos para cabello de hombre.

—¿Por qué te dieron ganas de hablar sobre champú? —no puedo evitar mi risa.

—Porque... no lo sé. Hueles bien y... se me vino a la mente el asunto.

Espero no empezar a ponerme roja con su comentario porque como que me alaga que diga que huelo bien.

—No te preocupes, también hueles bien. Con tu champu de... ¿menta del bosque?

—¿Cómo sabes? —levanta sus cejas y abre la boca sorprendida.

—Adivine —me encojo de hombros.

En realidad, no hay una gran variedad de olores en champú de hombre. Y Dylan huele más o menos parecido a... Dante. Dante usaba ese aroma. Ojalá no recordara el olor de Dante y ojalá Dylan no oliera como él.

Recogemos la cocina y vuelve cada quién a su habitación. Todavía no hay señales de vida de las demás personas en esta cabaña.

Me acomodo el cabello que estaba un poco enredado y me pongo máscara de pestañas y labial.

Huelo mi cabello recordando que Dylan dijo que huele bien. No huele tanto, no sé cómo le llegó el aroma a coco. O tal vez yo ya estoy acostumbrada al olor.

Me miro al espejo y me veo sonriendo como tonta. Arrugo la frente como si me estuviera regañando a mí misma. ¿Por qué sonrío? Me veo los labios y ahora me viene a la mente el beso de anoche.

—Ay, mierda que me pasa.

Me aparto del espejo y me recuesto en la cama. Pero sigo pensando en Dylan. Pasar tanto tiempo con él me está afectando. Que sea tan... bueno conmigo también está influyendo.

Estiro mi brazo para alcanzar mi teléfono del buró y lo desbloqueo. No había revisado los mensajes de Dylan en los que me mandó las fotos de ayer.

Los abro y deslizo el dedo entre las fotos.

Son hermosas. Nunca creí que saldría del país algún día y vería estos paisajes. Que vería montañas así de grandes y bonitas. Ya quiero contarle a Amy y mostrarle las fotos.

Ya puedo escucharla decir que Dylan es guapo. Y estoy segura de que va a regañarme y se enojará cuando pase un año y sepa que me divorcié. Ya quiero que esa niña esté conmigo... quiero ser su familia y cuidarla y consentirla como se lo merece.

Dame un año (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora