Not a relieving runaway

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Para fortuna de todos, Kono había podido llamar desde Japón para informarnos que tenía al nuevo jefe de la Yakuza y que, gracias a él, Adam al parecer estaba vivo y no muerto como ella pensaba. El problema era que tenía que hallar a su pareja, un nuevo trabajo difícil porque aún había gente leal a Michael Noshimuri que quería asesinar a Adam, por tanto, usando a estas personas, podría llegar al paradero del anterior jefe de la banda criminal, su novio.

Mientras, a pesar de que Danny estaba en Nueva Jersey por el cumpleaños de su papá, yo me encargaba de resolver lo mío con Mason y que también involucraba a Steve entrometiéndose en los asuntos de mi mejor amigo.
Sabía que ya teníamos un caso para seguir, por ende, tenía una pequeña distracción para que mi jefe no sospechara sobre mi investigación personal.

Alcancé a desayunar y tener una mañana tranquila hasta que tuve que adelantarme al Palacio, encontrándome con Chin, Catherine, Steve y Lou Grover, de nuevo. Solo de verlo detuve mis pasos largos, saludé con ánimo a mi equipo aunque al ultimo solo le había sonreído un poco para disimular mi irritación.

—¿Y a ustedes que les pasó? Se escapó este tipo, solo debemos buscar en lo que andaba metido para que lo secuestraran de esa manera —dije con calma. Me abrí pasó en medio de Catherine y de Chin una vez que Fong nos envió lo recabado en la computadora de Ian Wright, nuestro sujeto—. Este niño no sólo no pagó sus multas recientes de seis meses... ¿De verdad accediste a un caso de estos? Si hubiera sido yo ni loca lo tomaba, el punto importante es que hiciste bien, felicitaciones, Ian también era un hacker experto, expulsado de la universidad precisamente por su talento, o como sea, miren eso.

Después de recibir una risita por parte de Chin y un virar de ojos de Grover, pusimos atención a todo lo que se presentaba en la gran pantalla central.
Había algunos registros telefónicos y el rastreo de la cuenta de banco de Ian Wright en la que había cantidades monetarias sorprendentes, sin embargo, gracias a que nuestro sujeto era un profesional con las computadoras, no teníamos pistas suficientes como para identificar de donde provenía el dinero.

—Vieron el auto donde se llevaron a Ian Wright, andando.

Apenas me acercaba a mi camioneta cuando Steve ya estaba del lado del piloto, con su mano derecha estirada en mi dirección.

—No, no, quizá no sea nueva pero no la quiero destrozada por ti, la tarjeta de circulación tiene mi nombre y...— McGarret se me acercó y tomó las llaves del vehículo que descansaban en un llavero amarrado a mi muñeca, abrió la puerta y se introdujo en la Land Rover—. Ay, ahora entiendo al pobre Danny, maldita sea, solo porque debemos darnos prisa.

Steve condujo hacia la dirección que Lou le había dado. Claro que estaba manejando como un animal, con todo y que las sirenas eran visibles al frente de la camioneta, de todas formas pasaba las luces rojas de los semáforos, volanteaba para dar vueltas y solo se dedicaba a mirar por donde se había ido la silverado del capitán SWAT.
Llegamos hasta una casa y los disparos no se hicieron esperar, sin embargo, cuando la gente de la policía comenzó a entrar, los secuestradores pararon y se rindieron.

—Bien, ¿dónde está Ian? —pregunté al grupo de hombres. Estaban en el suelo y de rodillas, apenas nos miraban y parecían no querer responder—. Respuestas, señores, quiero respuestas y ellos no van a hablar, bueno, resulta que las penas por secuestro pueden ser negociadas fácilmente porque no hay víctima, lo mejor es que no solo irían procesados por eso, a mí me va a encantar decir que nos dispararon y que tengo algún daño psicológico a consecuencia, algo me inventaré, y los jueces no van a tener consideración con ustedes. ¿Capitán Grover? Por más que me disguste cruzar palabra con usted, quisiera preguntar, ¿lo que dije es cierto?

El mencionado, aunque puso un semblante de sorpresa, atinó a asentir con la cabeza, aunque, de todas formas, los delincuentes no dijeron una sola palabra—. Bien, gracias por la noticia —dijo Chin. Su mano fue, de su pequeño comunicador en el oído, a mi hombro—. Encontraron a Ian atado de pies y manos, no para de gritar que está asustado porque ustedes lo abandonaron en un baldío.

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