To be what you deserve

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Lo voy a poner aquí porque al final nel.
Estoy feliz de anunciar que esta historia, SU historia, ya llegó a las 10 mil leídas.
No sé cómo agradecerles por todo el apoyo a este fanfic que se me ocurrió estando en plena pandemia y que me ayudó con un montón de aspectos en mi vida.
Como forma de celebrar, voy a hacer una serie de preguntas y respuestas hacia quien gusten, como si fuera una entrevista a los personajes, a CUALQUIERA. Sea Charlotte, Steve o hasta el propio Max Bergman, nuestro forense favorito.
Estoy trabajando en edits para que conozcan al reparto y en varias cosillas, obvio también en capítulos que están que uf, uf y re contra uf.
Los adoro demasiado y ya vendrá el momento de hacer la fiesta.
Las preguntas las estaré recibiendo hasta el 12 de junio, así que dense prisa.
Ahora sí, disfruten del capítulo <3 <3 <3

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Iba a ser mi cumpleaños. ¿Tenía ánimos? Creo que sería la primera vez que lo celebraría sin mi hermana, porque cuando todo aquel embrollo sucedió ni siquiera me preocupé por recordar la fecha.
Faltaban un par de semanas y, para mi mala suerte, el interrogatorio por parte de la CIA y la milicia se llevaría a cabo en tan solo dos días.

Me había alejado mucho del equipo, es más, no había comentado algo por el miedo de que se vieran involucrados en lo que no les correspondía, y no lo hice porque pensara que fuesen entrometidos, para nada, pero no deseaba arrastrarlos a problemas que los llenarían de angustia o que los meterían en aprietos.
Algo que no preví fue Marcus, que con su gran boca informó a todo el Cinco-0 sobre lo que me esperaba.

— Sinceramente no sé cómo sigues siendo bueno para las misiones encubiertas cuando eres un chismoso de primera— reclamé al hombre.

Ambos estábamos en camino a la playa, aunque más por orden de Steve y Marcus, quienes se veían como si se conocieran de toda la vida. Solo por eso intuí que era la razón por la cual a Danny no le agradaba mucho el recién llegado, al contrario de Mason que se llevaba de manera genial con el rubio y detestaba a McGarret. En lo personal, parecían niños jugando un bando contra otro.

— No puedo evitarlo, bonita. Amo el chisme, me alimento de él.

Reí en voz baja mientras me acostaba de lleno en la toalla verde debajo de mi cuerpo, luego Marcus hizo lo mismo, quedando cerca de mí ya que la sombrilla nos cubría de los incesantes rayos del sol. Entreabrí los ojos y, por primera vez después de haberlo visto en Afganistán, pude admirar a mi compañero, cuya barba seguía estando rala, su cabello más oscuro y con unas cuantas canas de por medio, sus cejas y pestañas tupidas enmarcando el enigmático color marrón de sus orbes, el gesto de tranquilidad que me brindaba antes de dormir y su cuerpo fortalecido por los años de entrenamiento con la milicia, además de algunos tatuajes nuevos que rodeaban uno de sus brazos. Era el mismo Marcus Reegan que había conocido y del que había estado enamorada por casi dos años, el que me había dado mi lugar antes que a él y que, claramente, había visto por mí y nuestra rara relación, además se veía mejor que nunca, como si sus casi 50 años pasaran en mí y no en él: seguía viéndose como el villano guapo que no pasa desapercibido para nadie.

— En vez de babear por mí podrías decirme qué rayos pasa contigo y tu vida— Me recompuse e intenté hacer como que no sabía a qué se refería con lo primero pero, claro que era demasiado obvio que mis ojos se habían quedado pegados a su abdomen—. Se supone que la bonita eres tú, no lo digo en vano.

— Mejor cierra la boca— dije. Mentiría si dijera que eso no tenía efecto alguno en mi rostro y en lo enrojecido que lucía—. Es largo de contar, me odiarás, odiarás Hawaii, a mi hermana y hasta a Mason. No quiero que tu opinión sobre él cambie, y tampoco quiero me veas con lastima o que termines por alejarte. Por ahora tú y Mason siguen siendo lo que me ata los pies a la tierra y...

RevengeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora