Brave ocean

928 66 8
                                    

La mañana había sido realmente tranquila, con una llamada por parte de mi madre que había pospuesto el viaje a Hawaii por motivos de trabajo, sin embargo, había confirmado que, esta vez, estaría aquí en quizá un par de semanas más.
Mientras tanto, me hallaba en el supermercado con algunas provisiones para un viaje al que Daniel Williams me había invitado, y al que pronto supe que Steve se uniría.

—Solo aclárame una última vez, ¿porqué tengo yo que conseguir los cebos?— pregunté por tercera vez al rubio del otro lado del teléfono—. Steve se ofreció a hacerlo, además ustedes son los machos— En la última palabra engrosé la voz—, los expertos, yo sólo iré a pasar un bonito día en altamar. Además y no menos importante, yo pagué la renta del yate.

—Si te refieres a esa cosa diminuta entonces con más razón debes conseguir tú los cebos, había especificado "bote de pesca para cuatro personas" y lo que rentaste fue una lona con motor, nada cómoda y en la que apenas cabemos nosotros tres, así que si, tu traerás los cebos.

Renegué de nueva cuenta pero cuando menos lo esperé, el sonido de la llamada siendo terminada fue lo que recibí.
Una vez comprada la comida y algunas cervezas y agua, me dirigí a una de las tiendas de pesca deportiva que había esparcidas por toda la isla, aunque un mensaje de Steve avisando que él los había adquirido (los cebos) me hizo formar una sonrisa de satisfacción por el hecho de no tener que ver pescados que al final terminarían en la boca de otros pescados, sin mencionar el olor tan desagradable y los ojos saltones de esos animales.
Eran quizá las nueve de la mañana cuando estuve cambiada y lista para que Daniel pasará a recogerme, y no tardó cuando media hora después el claxon de su Camaro gris sonó, de éste bajó el rubio y el jefe del Cinco-0, quienes me ayudaron a subir las provisiones al auto.

—¿Qué pasó con tu madre después de lo que me dijiste?— cuestioné, un tanto dudosa por mi atrevimiento, a Steve.

—Seguimos averiguando porqué dejó escapar a Wo Fat de esa forma— contestó el de ojos azules mirando por un par de segundos por el retrovisor.

—Y ahora la están buscando para saber esa razón, pero no hay éxito— avisó Danny.

Fueron 10 minutos más para llegar al puerto cuando el yate blanco y espacioso nos recibió junto al marinero amable que me lo había dejado a mitad de precio solo por darle algunas lecciones de alemán a su hija.
Los ojos de Danny viraron en cuanto el transporte fue puesto a nuestra disposición ya que antes le había mostrado, como forma de bromear, una imagen falsa del bote al que subiríamos.

—¿Qué opinas? ¿Te gusta la "lona con motor"?— inquirí burlona hacia el detective que se limitó a subir y a dar un estruendoso aplauso.

—Es genial, ¿dónde están los cebos?

—Aquí están— dijo Steve, una vez que acomodó la hielera en el yate y ofreciendo su mano para ayudarme a subir.

—Creí que te los había pedido a ti, Charlie— espetó Daniel ignorando a su amigo y posando su mirada en mí, giró en su lugar y caminó hasta llegar a la cabina del conductor.

—Gracias por traerlos.

—Si te puedo ayudar, lo haré— Sonreí abiertamente hacia McGarret por su contestación a mi agradecimiento y lo seguí para acercarme a donde yacían las cervezas en otro contenedor térmico.

Preparamos las cañas de pescar durante media hora, asegurándonos de tener una buena posición en mar abierto y así capturar algunos atunes, o al menos ellos. Si bien, sabía lo que significaba pescar y el procedimiento que se llevaba, quería solo relajarme y verlos mientras discutían, porque si, era de lo más natural en ese par.

RevengeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora