Who's gonna help us?

457 37 18
                                    

No habían pasado ni dos días de lo ocurrido con Steve cuando, a pesar de recibir ciertas reprimendas por parte de Danny, ya me hallaba, de nuevo, en dirección a la casa de McGarrett. Aún con que visitara a mi compañero casi a diario (en realidad, no había día en que no pasara un momento con Steve), no es que fuera como una simple gorrona o visitante que solo asalta su refrigerador, de hecho era todo lo contrario. Con todo y que no supiera cocinar, el detective y Chin me ayudaban con clases pequeñas sobre como introducirme al arte culinario sin morir en el intento o quemar toda mi casa...o la de alguno de ellos. Así que ahí me tenía Steve, tocando su puerta y luego corriendo a la camioneta para bajar el desayuno extraño que preparaba con tanto ahínco.

—Sabes que no tienes que hacer esto, ¿cierto?- comentó el de ojos azules, sin detenerme mucho tiempo en la entrada y acompañándome a su pequeño comedor.

—Ah, claro, porque tú con tu brazo roto podrías hacer lo mismo que yo- repuse, con una leve sonrisa y yendo a abrir el refrigerador y sacar una jarra del agua de limón del día anterior­-. Además eres mi excusa perfecta para no seguir decepcionando a mi género, y no porque no sepa hacer un maldito estofado significa que no esté satisfecha con mi vida pero, mírame, tampoco quería depender de pedir comida o vivir de sándwiches. Y también así tengo tiempo de conocer a Chin, ¿sabías todo lo que hizo para ser policía? Es increíble, vamos justo en la parte de la historia en la que rechazó tu oferta de unirse al Cinco-0.

Claro que tampoco iba a compartir exactamente lo que Chin Ho me había contado, quizá habían datos que Steve desconocía y de los que el de ojos rasgados no se sentía cómodo como para hablarlos con su jefe, por tanto, cerré la boca cuando advertí sobre mi palabrería y lo descortés que estaba siendo, sin dejar de lado que, por más berrinche que hiciera mi interlocutor, tenía hambre y solo lo estaba demorando.

Serví una ensalada de frutas, una hamburguesa de pollo y un par de camarones tostados a lo que agregué un aderezo picante. Fue divertido ver el rostro colorado de Steve y como batallaba para que yo no notara que estaba enchilado a causa del acompañante de los mariscos pero fue gratificante oír, de la boca ya no solo de Kono y de Chin, que mí comida estaba aumentando su nivel.

—Marcus me ayudó hoy- mencioné a Steve. Él estaba sentado sobre la encimera de su cocina, mientras, yo le daba la espalda de vez en cuando debido a que estaba lavando los trastes sucios. Una de las cosas me más me sorprendieron, no solo en primer instante, fue la cercanía y el aprecio que sintieron, tanto McGarrett como Marcus, aun estando en la isla  conviviendo, no solo porque el primer mencionado tenía interés en el estado de Catherine sino que parecía algo sincero y mutuo-. Dijo que vendría más tarde, tiene información para ti.

— ¿Sobre Catherine?

— Supongo que si- No era fácil para él el no tener noticias de la chica, de igual forma, para mí y para el resto del equipo era complicado también. Debíamos lidiar con el estrés de que nuestro jefe no estaba bien, ni física, ni mentalmente. Siempre lucía algo perdido, incluso más molesto que de costumbre a la hora de recibir un caso o la simple llamada del gobernador que nos mandaba para actuar, aunque de cualquier manera, sabía que era algo que terminaría por unirnos más-. No voy a preguntarte nada, lo que menos quiero es verte como ayer con Danny.

— Estoy bien, Charlie- suspiró él, a lo que yo me limité a voltear lentamente y enarcar una ceja-, bueno, a lo mejor no del todo. Agradezco que vengas, aunque te pida que no lo hagas.

— Si me sacaras a patadas de aquí, encontraría la manera de entrar, ¿lo sabes?

— No sé si eso es una buena o mala noticia, entonces—rió—, de verdad, es...aprecio demasiado que te tomes el tiempo de venir. No me he sentido tan bien como me gustaría.

RevengeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora