Promise to stay

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La noche no podía ser más incómoda, y aunque yo sabía de ese detalle y de cómo iba a pasarme viendo las expresiones exageradas de Allyssa, la nueva amiga casual de Steve, no quería quedarme atrás.

Estaba siendo muy inmadura.

Pude rechazar mi asistencia y la de Raymond, y en su lugar, llegué al bar de un spa que el mismo McGarrett había encontrado.

— Te ordené un daiquirí de mango— anunció el bombero, abriendo mi silla y ayudándome a sentar. Lo miré con ternura pues él compuso una sonrisa suave—. Sé que eres más de cervezas y eso...

—... Esta bien.

— ¿Pero...?

— Pensé que no te gustaba beber— respondí, encogiéndome de hombros con simpleza.

— Me mantengo informado de lo que les gusta a las chicas.

— No creo— reí junto con él—, no habrías pedido esa ensalada...

— A Charlie le gustan los cortes jugosos de carne, ¿sabes?— interrumpió Steve, dejando a su acompañante de bonito cabello cobrizo sin habla y claro, más incómoda de lo que de por sí ya estaba. Por eso mismo me hice la sorda.

— Debió ser duro conocer a mis compañeros en esa terapia, ¿no?— cuestioné, haciéndome al frente y poniendo los codos sobre la mesa, como gesto de interés genuino y para desviar el tema de conversación.

— De hecho, no tanto, fue lindo escucharlos expresarse con tanta sinceridad— No medí el volumen de mi risa hasta que, incluso Raymond, me miró con algo de duda en sus cejas alzadas, sin dejar de lado a Steve y a su cita. Danny se había levantado de la mesa para esperar a que Amber llegara—. ¿Dije algo gracioso?

— Oh, no no, o sea, inesperado más bien.

<<Lo creería del detective Williams, pero, ¿Steven John McGarrett hablando de sentimientos?>>

— Eh, n-no sabía que te llamabas Steven, pero suena lindo.

Ese comentario y la mirada azul de Steve que cayó sobre la mía, me enfureció en un nivel que no supe controlar, por eso, con la cabeza gacha y una sonrisa malévola, me atreví a ponerme de pie, no sin antes dejar un largo beso extraño en los labios de Raymond.

— Iré a ver si Danny esta bien, ya vuelvo.

Si. En definitiva había sido una jugada horrible, una horrenda, de hecho y no solo porque Steve me estaba matando a la distancia sino por la ilusión que, con ese beso, había levantado en el bombero. Y él no lo merecía.

Vi a mi compañero rubio a la distancia y le pedí un enorme favor que sabía que no sería del agrado de nadie, empero, tenía que salir ya de esa situación en la que mi estómago no dejaba de dar vueltas ni de darme de golpes al interior de mi cerebro: irnos. Y para eso tuve que fingir una vez más; corrí al baño y ahí estuve algunos minutos hasta que la espera se hizo un poco larga, y como Amber no había aparecido en la cena debido a que estaba enferma, usé la misma excusa, y con ayuda de Danny, y claro que bajo sus regaños por haber aceptado ir a cenar en primer lugar, Raymond trajo mi camioneta y, con el dolor de mi corazón, tuve que hacerme a la idea de que estaba abandonando, no solo una estúpida cena, sino a Steve con Alyssa. 

¿Qué iba a pasar con ellos? 

Ojalá que nada.

***

La tía Deborah había vuelto a la isla para esparcir las cenizas de su difunto esposo Leonard, el mismo que habíamos investigado por sus vínculos con la mafia de Detroit y, por lo que ella misma me había comentado para que nadie supiera, su tiempo también estaba terminando, por eso, estábamos, muy a mi pesar, en la silverado azul de Steve, que era conducida por su tía de ya muy corto cabello casi pelirrojo.

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⏰ Última actualización: Oct 04 ⏰

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