Sweet nothing

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Abrir los ojos y no ver a la persona a la que amas durmiendo junto a ti es una sensación terrible, de miedo y de mucha incertidumbre. Es algo que espero no le suceda a nadie.
Había tanteado el espacio vacío a mi lado y me sorprendí cuando tampoco vi la ropa de Steve en la silla de mi habitación, también cuando fui al baño y no había ni seña del SEAL, y un suspiro escapó de mis labios al bajar las escaleras y ver la cocina algo desordenada... Pero por lo inesperado de lo que vi: un plato con waffles, fresas y un poco de crema batida que no tendría más de unos diez minutos, si, quizá la comida estaba casi llegando a ser fría aunque el detalle fue bonito, puedo admitir que hasta lagrimeé.
Esas tres semanas habían sido de mis favoritas en un largo tiempo.

Desayuné en silencio bajo el pensamiento interno de que alguien ya había hecho ese almuerzo antes y, cabe destacar, muchas veces, muchas mañanas y hasta algunas noches.

— Lo obligaste a confesártelo, ¿cierto?— dije, una vez que oí la voz rasposa del otro lado del teléfono.

— Son casi las ocho de la mañana, para un soldado que está de vacaciones es una grosería— se quejó Marcus, a quien escuché bostezar, luego reír—. Entonces McGarrett te contó de nuestra charla. Marica, creí haber especificado...

— ¿De qué hablas?

— Uy, se me salió— Rodé los ojos y bebí del vaso con agua a mi costado—, ¿cómo supiste?

— Me hizo waffles.

Una carcajada causó que me despegara el teléfono de la oreja y me contagiara de aquel sonido, porque si, más allá de estarle reclamando era una especie de plática informativa en la que nos dábamos, justamente, las buenas nuevas, sin dejar de lado que estaba totalmente emocionada y quería contarle a alguien todo lo que sentía.

— El desayuno era una sugerencia y... Que desgraciado, copió mi técnica, le dije que podía guiarse, no copiar y pegar— renegó Marcus y yo seguí disfrutando de la comida—, ¿estás bien? ¿No te hizo daño? ¿Tú a él? ¿Protección?

— ¡Cállate!— Marcus estaba disfrutando de mis reacciones, porque aun cuando no podía verme, ambos estábamos seguros de que mi rostro había sido invadido por el color rojo mientras mis manos cubrían mis ojos y sacudía la cabeza con vergüenza—. Mejor dime que tanto le dijiste.

— No fue mucho, jaja, tranquila. Simplemente subimos a tu camioneta y tomé mi lugar como tú ex, debo decir que se sorprendió porque yo supiera de su relación pero, después de una leve amenaza, o bueno, más bien le pedí que no te lastimara, tómalo como quieras solo te estaba cuidando; el asunto es que me pidió ayuda y yo, como buen samaritano que ve por el prójimo, le tendí la mano, ¡Mason, buenos días! Charlie quiere saludar.

Mi amigo era totalmente ajeno al tema que antes se había tocado, y aunque odiaba ocultarle cosas, ya llegaría el momento en el que tendríamos que hablar, sin embargo, nuestras voces se fueron perdiendo en que Marcus preparaba sus maletas y se iría a despedir primero de Jerry, quien, a pesar de tener tres semanas libres de trabajo por su último problema con el hombre de la librería, seguía teniendo miedo al salir sin alguien de su confianza.

— Iré con ustedes, yo te quiero llevar al aeródromo— avisé, porque efectivamente, quería pasar el mayor tiempo posible con el mayor de los tres.

— Bien, eh, son ya las nueve, estaré con Jerry a las once y máximo regresaré antes de la una de la tarde, ¿bien? Todo temprano, no quiero problemas.

***

No recordaba nada.
Había abierto los ojos creyendo estar en mi habitación, cubierta por las sabanas color crema y con los rayos del sol dándome de lleno en la cara, y aunque sí había un resplandor cegador, en definitiva no era a causa de lo que pensaba sino de un foco de luz amarilla que estaba muy cerca de mi. También había un ruido extraño, como de aspas de algún aparato de ventilación.
Intenté levantar las manos y alejar el foco solo que había cadenas delgadas, aunque fuertes, rodeando mis canillas, lo mismo con mis pies y una parte del cuello, la que estaba justo conectada al pecho por lo que cualquier movimiento, aparte de ser en vano, me dolía y calaba en cualquier extremidad.

RevengeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora