This plant could save a life

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Después del robo en aquella joyería, Grover y yo pasamos a la morgue para revisar el cuerpo del guardia que había fallecido en el cumplimiento de su deber, un viejo policía jubilado que dio su vida por, no solo el trabajo, el propio deber de la moral. Es importante mencionar que personalmente, fuimos a anunciar a la familia del hombre sobre su muerte, ensalzándole el patriotismo y las ganas de poner a los guardias en alto, asegurándoles también que no quedaría impune.

Luego nos dirigimos al cuartel para poder juntar toda la información necesaria y continuar con el caso.

— La dueña de la tienda no me convenció con su testimonio— había dicho Chin, acomodándose al frente de la mesa central. Cuando él decía algo, me era imposible contradecirlo, a fin de cuentas, era su isla y conocía cosas que yo no, y que quizá jamás lo haría—. Cuando suceden robos en tu propia tienda, en lo que menos piensas es en sí de verdad te enviarán otro guardia de seguridad.

— La mujer pensaba abrir al otro día. Debería estar yendo a dar condolencias, esta loca— dije en voz baja, aunque Danny si me oyó con la suficiente claridad como para decir que yo estaba igual.

— Me dijo que no tenía archivos de inventario— aunó, Kono—, y revise en algunos bancos. Tenía cajas fuertes repartidas con joyería y mucho dinero; todas ellas con registros hechos cada tercer día.

— Y yo acabo de hablar con el doctor en el que atienden a nuestro asaltante, Leonard Scooter— anunció Lou, llegando al cuartel con su bloc de notas y una hoja arrancada que depositó sobre la mesa—. Él sólo tenía un trabajo: robar, el problema fue que su novia fue quien planeó todo.

— Y en las grabaciones, además, le dispara al final, no entiendo...

— Y tampoco tenemos suficiente para una orden, ¿cierto?— pregunté, echando la cabeza hacia atrás, justo en el hombro de Steve, quien me miró por encima a la vez que componía una sonrisa, por lo que de inmediato me erguí y caminé con pena hasta quedar un poco más lejos que él.

— Estás rojísima, ¿lo sabes?

Asentí ante el comentario de Kono y simplemente me dediqué a ya no voltear, ni por asomo, en la dirección de Steve.

Aquello había sido un autoreflejo, sinceramente, no esperaba que él estuviera tan cerca de mí. O sea, sabía que estaba parado detrás mío pero era algo común, casi como tener a Chin rozando su hombro con el mío o a Danny cabeza con cabeza cuando teníamos que acercarnos a la pantalla, sin embargo, el contacto con McGarrett después de haber terminado nuestra relación, seguía provocándome escalofríos, no me asustaba, aunque sí que lograba descolocarme al punto de no haber prestado más atención cuando el equipo se fue y me quedé pasmada frente al monitor.

— ¿No irás con ellos?

— Cierto— Me adelanté cuando Chin inquirió aquella orden extraña. Caminé hasta las puertas de cristal que separaban nuestro cuartel con el pasillo secundario que iba hacia las escaleras del Palacio Kamehameha, luego regresé y asomé la cabeza por una de las puertas—. Chin, exactamente, ¿con quiénes voy a ir?

Él subió sus cejas como gesto de incomprensión, luego, al verme de verdad confundida, rió con algo que percibí como ternura, empero, continuaba más que perdida.

—¡Charlie!— Cuando oí la voz de Danny, supe que, al parecer, tenía que seguirlo a él y a quién-sabe-quién más.

— Gracias— dije a Chin-Ho, quien se dedicó a solo hacer una seña con su mano para que, por fin, me fuera.

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Habíamos decidido, o bueno, mientras estuve pensando en cómo me afectó haber estado tan cerca de Steve, se acordó que vigilaríamos el hogar de quien se suponía era la autora intelectual del robo a la joyería. Kono y Lou habían hallado un complejo de apartamentos para McGarret, Danny y para mi, lo que nos ayudaría a seguir investigando a distancia y capturar todo lo que pudiera estar a nuestro alcance.

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