Can't sleep, won't sleep

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Una semana faltaba para mi cumpleaños, y esos días los había pasado aún en casa de Danny, y es que después de esa visita dada por Marco Reyes, Grace se había ido con Rachel a Londres para visitar a su abuela materna y así, estar segura del otro lado del mundo, por tanto, y aún cuando mi hogar era frecuentado por mí para traer ropa, Steve se había tragado su orgullo para pedirle a Mason y a Marcus que me cuidaran. Así que, por más que la casa del de Jersey fuera mi casa temporal, también era habitada por el par de hombres con tal de no hacerme salir y establecer un perímetro seguro.

Era temprano, ya había abierto las cortinas de la sala y me hallaba en la cocina, con mi ropa deportiva un termo con agua, lista para salir a correr y despejar un poco la cabeza, pero mi celular sonando me hizo alcanzarlo lo más rápido posible y evitar que Daniel interrumpiera su sueño por el sonido agudo.

— ¿Muy temprano?

— Algo así— comencé con una risa suave—, pero lamento informarte que ya estaba por salir.

— Genial, ¿quieres ir a nadar?— invitó Steve al otro lado del teléfono. Una sonrisa se apoderó de mi rostro y respiré de forma silenciosa para que la felicidad no fuera tan efusiva, y obviamente acepté—. Estoy afuera, no tardes.

Me dirigí a mi habitación y metí un traje de baño en una mochila, al igual que una toalla y algo de bloqueador. No es que fuera la gran cosa, por lo menos ya llevaba la ropa puesta. No hice mucho ruido porque, además de que no quería despertar a Danny, tampoco quería que me hiciera preguntas sobre con quién iba, o que descubriera que su mejor amigo y yo teníamos una relación nueva, al menos no en este tiempo en el que teníamos tantos asuntos difíciles en la vida de cada uno.

No fueron ni cinco minutos cuando ya me hallaba cerrando la puerta principal y con mi cuerpo en la silverado azul eléctrico de Steve. Algo tenía esa camioneta que me daba la sensación de poder.
La sonrisa brillante y los ojos achinados de McGarrett fueron el recibimiento más bonito del inicio de jornada, tanto así que solté un suspiro antes de besar su mejilla para saludarlo.

— ¿Cómo supiste que estaría despierta? Peor, ¿cómo supiste que aceptaría?— Él no contestó, solo se quedó con el mismo gesto que vi al entrar al vehículo, y puso marcha sin mirarme—, ¿de verdad soy tan predecible?

— Una muy linda.

El sonrojo no desapareció en ningún momento. Arribamos a la casa de Steve y, una vez que salí con el traje de baño de una sola pieza y los zapatos adecuados para nadar, me adentré primero al agua fresca, sin esperar a que el de ojos azules también estuviera listo, porque había ido a cambiarse a su habitación.
Nadé un rato y fui llegando hasta casi él área de la bolla de seguridad que estaba en el área, hasta que el chapoteo del agua llamó mi atención, girándome hacia tras y ver que Steve se acercaba veloz, y luego estuvo a mi lado con su cabello mojado y moviéndose levemente para mantenerse flotando, al igual que yo. Él sólo quería que nadáramos como si entrenáramos, de un lado a otro y con cambios de velocidad drásticos. Quizá dieron las ocho treinta desde las siete que llegamos y ya sentía las piernas como de gelatina, por eso, aún cuando él jalaba una de mis piernas para regresarme a una profundidad mayor, me zafé para poder pararme en la arena traicionera de la pequeña playa de su patio.

— Ya no puedo— avise, jalando aire de más y viendo hacia arriba.

McGarrett se acerba con el sol incesante a sus espaldas y haciendo que cabello mojado reluciera todavía más. No podía ver sus ojos por el brillo de la enorme estrella anciana pero los propios rayos chocaban con su piel brindando una imagen de ensueño que difícilmente tendría comparación con cualquier otra.

— Te ves cansada.

— Me has hecho ir y venir sin parar, claro que estoy cansada— agregué a mi compañero, que más allá de reír, me hizo una mueca de seriedad.

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