A sad granade

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Ahí estábamos de nuevo con día de acción de gracias pisando nuestros talones.
Se organizó un partido de futbol americano en un parque que quedaba en punto medio para todo el equipo, además de Grover, a quien, a pesar de que no me terminaba de agradar, ya pasábamos más tiempo también. El objeto de ese juego era decidir en cuál casa se haría la reunión nocturna con motivo del festejo anual, de igual forma, el equipo perdedor sería el organizador para los ganadores, que no tendrían que preocuparse por nada más, por si acaso, ya teníamos algo en mente en el pequeño grupo con el que jugaba.

Mientras que en un equipo estaba Steve, Mamo, Kamekona, Catherine y Duke; yo trataba de seguir las órdenes de Chin, Danny, Grace, Flippa y Lou.

— Por eso mismo son uno más que nosotros, y de verdad los estamos apaleando—dijo Steve, más en mi dirección porque yo había llegado corriendo al final y jugaba para cubrir también la posición de la pequeña Grace.

— Venga, Charlotte. Lo estás haciendo bien, nos queda solo una yarda y ganaremos, empuja con todo—animó Chin al tiempo que me daba una palmada en el hombro.

— Bien, estoy lista. Lou—llamé al hombre, a lo que él me miró con atención—, solo cubre a Grace, ella hará ese punto.

Contamos hasta tres mientras, con las manos juntas, las levantábamos en el aire y corríamos a nuestros lugares. Chin era el quarterback y yo, junto con la hija de Danny, teníamos que recibir los pases. Los hombres se agacharon, Steve lanzó el balón en dirección a Catherine, Danny lo interceptó con una pequeña trampilla que le hizo a la de cabello oscuro. Me apresuré a ir por el ovoide y luego, llamando la atención del equipo contrario, le entregué el balón a Grace. La niña corría con rapidez y yo solo reía y gritaba, luego una tacleada tonta me hizo caer y tener a un Steve sumamente risueño casi sobre mi, aunque más de costado.

— De todas formas ganamos—Ambos estábamos en medio de extrañas carcajadas al igual que los demás. La zancadilla de Danny había sido el inicio de todo—. ¿A qué venía eso?

— Lesionaron a la mujer de mi equipo, era justo hacerlo también.

McGarret me ofreció su mano y terminamos de pie uno al lado del otro, a sabiendas que ellos habían perdido y que tendrían la responsabilidad de dejar en buen estado la cena y el ambiente.

— Mi tía llamó, tengo que ir por ella al aeropuerto, ¿me acompañarías?

— Claro, ¿irá Danny?— pregunté con interés y queriendo evitar estar sola con el comandante.

— ¿No se supone que Danny esta viendo a la de Jersey? Ustedes parecen algo...—Las cejas de mi compañero subían y bajaban, y su boca esta torcida.

— ¿Algo qué?

— ¿Están saliendo tú y él?—Una sonrisa apareció en mi rostro por lo tonta que había sonado esa suposición, sin embargo, también tenía en mente que el detective y yo ya no nos separábamos mucho desde que le había confesado lo de mi allanamiento en la casa de Steve—. Bien, tomaré esa risa como un "no".

Si bien, con McGarret tenía una relación cordial y de una profunda amistad, entendimiento y apoyo total, me dolía tener que estarle mintiendo y tener que fingir que todo estaba bien. Siempre que lo veía me derretía cuando sus ojos se cruzaban con los míos, y todo porque me trataba como si fuera su amiga íntima, hacía excepciones por mí y hasta me llevaba café hasta mi casa antes de irnos al Palacio o siendo fin de semana, por eso había tomado la decisión de revelarle mis malas acciones, por más que tuviera alguna justificación (saber lo de Mason), yo tampoco tenía derecho a meterme en su hogar como si fuera una especie de venganza.

— También vine porque quería hablar contigo—murmuré al de ojos azules, que me miró con un semblante tranquilo y me invitó a subir a su camioneta sin encenderla todavía. El hecho de que Steve no dejara de verme me estaba poniendo muy nerviosa, de por sí tenerlo cerca era como tener al mismísimo sol, porque a veces temblaba y tendía a que mis manos sudaran, sin mencionar el hecho de que no podía resistirme al brillo especial que emitían los orbes marinos del hombre. Ahora sumándole al asunto lo que tenía atorado en mi garganta y quería salir con una fuerza enorme—. Me vas a odiar, Steve, pero bueno, una persona más a la lista no creo que me afecte mucho.
<<Mira, no quería meterme en asuntos que solo te corresponden a ti y a Mason, pero, para ser sincera, esto me está hartando, y cuando él me dijo que te habías metido a su casa fue como, no sé, sentí que debía hacer algo...y lo hice. Cuando ocurrió lo de Ian Wright, Mason entró a tu casa a buscar algo que te habías llevado de su apartamento, y yo lo supe, ambos lo planeamos. >>

RevengeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora