Bomb of the past

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Halloween había pasado de forma casi ominosa, con un par de paquetes de papel higiénico alrededor de mi auto y una pistola dirigida a la cabeza de un chico que venía a vandalizar de nuevo mi hogar.
Noviembre era, ciertamente un mes algo más fresco de lo usual, sin embargo, el calor de Hawaii estaba presente desde que el sol se asomaba hasta que la luna subía.
Con el brillo de la estrella vieja, conduje hasta que me detuve afuera de la casa de Daniel Williams, donde una sonriente Grace se asomaba a la ventana justo en el momento de mi entrada.

—Hola, bonita ¿ya tienes algo en mente para tu atuendo?— pregunté a modo de saludo a la pequeña morena con dos coletas como peinado.

—Un vestido lindo estaría bien pero papá insiste en que ya tengo muchos en mi armario.

—Y es cierto— Danny apareció y un choque de puños, además de un corto abrazo, fue la forma de recibimiento—. ¿Qué hay del púrpura que te regalé en Navidad?

—Ya ni siquiera me queda, además quiero impresionar a todos con algo nuevo, ¡vamos, Danno! Hace tiempo que no vamos de compras— dijo la niña, haciendo un exagerado puchero y luego mirándome de reojo.

—Menos mal llegué, tengo el lugar perfecto para que escojas tu ropa, te va a encantar.

Salimos los tres aún con algunas quejas por parte del detective, siendo estos omitidos por mí y Grace que entonaba conmigo algunas canciones que Jenna y yo cantábamos a todo pulmón siempre que podíamos.
Con Taylor Swift saliendo de nuestras gargantas, Danny estacionó su Camaro y nos dejo salir, introduciéndonos con rapidez en la tienda infantil de ropa, donde desde blusas hasta zapatos con pedrería de fantasía se ofertaba en los ventanales.
Una chica se acercó a nosotros cuando Grace sacaba un par de vestidos rosas con la intención de llevarlos al probador, sonrió de forma genuina y tierna para después tomar mi mano y guiarme hasta el sofá que permanecía afuera del vestidor, sin olvidar a su padre, claro.

La morena salía cada casi tres minutos para que el rubio y yo le diéramos nuestra opinión, solo que ninguno había logrado convencernos en su totalidad.

—Me alegra que vinieras, esto de cuidar de una niña no es lo más fácil que digamos— dijo Daniel, en voz baja esperando a que la niña saliera de nueva cuenta.

—¿Por qué no llamaste a Kono?— Danny arqueó sus cejas—. No porque no quisiera venir pero, digamos que me sorprendió... Wow, si yo fuera tú me lo llevaría de inmediato, ¡es precioso!

Me levanté de mi lugar sin terminar la explicación que iba dirigida a mi compañero de sofá, di unos pasos hasta llegar a Grace y tomé su mano para darle una vuelta para que luciera su atuendo con gracia. Solté sus coletas y le acomodé un delgado broche blanco que yo llevaba puesto, se lo coloqué a un lado con su copete y pronto escogimos unos zapatos que combinaran con el color rosa pastel del vestido.

—Por eso te llamé a ti, adoras a Grace. Y además ella quería verte.

—Quería que me enseñaras a hacer esas galletas con chispas de chocolate que le diste a papá la última vez— recalcó la pequeña con algo de timidez.

—Claro que si, no tienes que preguntarlo pero yo sí tengo una pregunta, ¿harás que Danny pague por este precioso vestido? Yo lo haría— inquirí, susurrando esto último y causando que el detective rodara los ojos.

—¿No te gustó de verdad el que yo escogí?— cuestionó Williams a su hija, quien negó repetidamente hasta que fue a cambiarse al probador.

El celular de Daniel Williams sonó, indicando que teníamos que irnos pronto, y Grace no tardó mucho cuando ya estaba afuera con nosotros, aunque nuestra expresión cambió al oír cómo mencionaban el nombre "Steve", una de nosotros tuvo el rostro decaído y la otra creó una sonrisa.

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