The man who turned-on the fire again

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Bella Swan en Luna Nueva se quedaría corta con la lluvia de sensaciones y emociones amargas con las que cargaba en esas semanas. Al menos en aquella saga, Edward se iba y dejaba que la chica tuviera una dura época de su vida, relativamente normal, acompañada de amigos y de su familia, por el contrario de mi que tenía que aguantar ver a Steve en el trabajo, tenía que sentarme junto a él, estar cerca, entablar conversaciones extrañas que solo me daban ganas de llorar por el coraje que me abordaba.

Al menos, lo que me distría de toda esa maraña inútil de lo que tenía con respecto a McGarrett, era cuidar de Danny, quien recientemente había donado parte de su médula ósea a su hijo Charlie, un rubiecito tierno que tenía curiosidad por todo y hacia todo, así como la presencia de un Marcus Reagan que insistía sobre nuestra vieja relación y en como eso podría hacerme olvidar de mi jefe, el mismo al que veía a diario y que, "sin que yo lo notara", me miraba desde su oficina. También por eso había movido mis cosas con Jerry, a quien se le había dado su plaza como "consultor especial".

— Pronto me iré, lo prometo— aseguré a mi compañero de rizos—, solo dame una semana más. Lou me dará su oficina pero tiene tantos cachibaches que es imposible terminar en dos días.

— No te estoy echando, solo quería saber el tiempo que te quedarás para pedir más espacio.

— No es necesario— dijo Grover, apareciendo de sorpresa—. Puedes mudarte desde hoy.

Me levanté con una sonrisa y, dando gracias a Jerry, con mis cosas aun no desempacadas  con ayuda del alto moreno, fuimos subiendo mis pertenencias para instalarme.

— Oye, Kono mencionó algo sobre una salida a un bar, estas dentro, ¿verdad?— preguntó Lou, abriendo la puerta de la oficina para mi.

— No lo tomes a mal pero ya Kono y Chin me invitaron, no tengo ánimos ahora, ¿si?

— Vamos, es por halloween, tampoco quisiste algo más por tu cumpleaños— insitió él, con un gesto suplicante y como de broma.

— Si, es obvio que todos ya saben porqué, y esta bien, es lindo que se preocupen por mi solo que...— suspiré, reteniendo un poco el nudo en la garganta que se acaba de formar—. Por ahora no me siento con ganas de salir, ¿si? Me gusta estar en casa, me hace sentir tranquila.

Lou asintió con la cabeza, entendiendo lo que acababa de decirle. Al terminar con las cajas, se tomó el tiempo de acompañarme con un café y charlar acerca del vaivén de sucesos en nuestras vidas, pensando en si alguna vez podríamos hacer algo para alejarnos de todo y simplemente avanzar.

—...por algo McGarrett rechazó a aquella Lynn— soltó Grover sin darse cuenta, mirándome como si lo dicho hubiere sido lo peor que jampas haya proferido.

Mi curiosidad me hizo entrecerrar los ojos.

Si bien, consideraba que ya había pasado el tiempo suficiente como para "perdonar" a Steve y volver a hablarle como regularmente lo hacíamos, en ese par de meses no paraba de darle vueltas al asunto que Daniel había sugerido: el de empezar con las citas. Me daba algo de pavor pues, comenzando con que Marcus estaría acosándome, algo en mí me decía que Steve ya tendría a alguien en la mira para quitarse su pena interna, pero fue diferente cuando Lou declaró la negación de McGarrett hacia una chica, esa llamada Lynn.

Hice oídos sordos y me dediqué a teclear en la computadora, ¿qué escribía? Nada, pero eso al menos podría hacer como que de verdad estaba concentrada y que no oí aquella revelación.

— ¿Sabes? Iré con Kono, me necesitaba para algo de Adam— informé, levantándome y dejando el vaso en el bote de basura—. Te veo luego.

Salí de la oficina después de cederle el paso a mi compañero, quien, con una mueca de incomodidad, sonrió y se fue a mi antiguo lugar.

RevengeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora