Crash

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Las cosas en Hawaii, estaban, extrañamente tranquilas.
Considerando que el equipo había perdido a un miembro, Lori Weston, por órdenes del gobernador Denning, todo parecía ir relativamente normal.
Había pasado San Valentín con un montón de chocolates, un bote de helado y viendo películas que pudieran hacer que las reflexiones de la vida mundana simplemente llegaran, pero en vez de eso, las lágrimas corriendo como locas habían sido lo único que había recibido.

Joe se había ido a Japón en busca de pistas para hallar a Wo Fat. Lo había querido acompañar pero me detuvo de inmediato poniendo la excusa de que también debía estar informado sobre lo que sucedía en Hawaii, además de que también había dejado en claro, de forma quizá no tan explicita, que debía vigilar a Steve y a Adam.
No pasaron ni 24 horas de su partida cuando McGarret descubrió lo que el hombre mayor había hecho, y aunque yo no quería seguir a Joe White, el hecho de que en ese primer día, en que se supondría que estaríamos en contacto, no decidiera llamarme, también me llenó de algo de angustia.
Con Steve, decidimos al final subir a un avión, con equipo policial con nosotros y buscando las ubicaciones que el mayor me había dado con anterioridad.

—Repíteme porque te dejé elegir el hotel— murmuré con irritación. Si bien el lugar no era lo peor que había visto tampoco llegaba siquiera a la mitad de bueno que era mi habitación en mi casa en Hawaii.

—Se supone que debemos pasar desapercibidos, además esto es lo más cercano que encontré.

Steve abrió la puerta de la habitación y nos dimos cuenta del olor extraño que despedía el lugar, ambos nos miramos por unos segundos y después el de ojos verdes me dejó pasar. Encendí el foco y una mueca se apoderó de nuestros rostros al darnos cuenta de que solo había una cama y un sofá sucio en el cuarto.

—¿Ver cucarachas cerca del sofá es una característica de pasar desapercibido?

—No, el punto es que estén escalando tu pierna, justo como ahora.

Arrojé mi maleta al suelo y pegué un escandaloso grito mientras saltaba y me removía inquieta, corrí y me subí a la cama quedando parada sobre el no tan limpio edredón.
Steve reía con fuerza por lo que había hecho y solo aplaudía en mi dirección.

—Esta bien, compensaré eso durmiendo en el sofá— declaró McGarret sin quitar su sonrisa pero habiéndome dejado un poco más feliz al oír aquello.

***

Era de madrugada
después de dos semanas en que la búsqueda de Wo Fat se había extendido sin mucjo éxito.
Llovía con fuerza y tuve que levantarme al baño. Al salir, miré mi cara y en como los ojos estaban algo hinchados, de nuevo por tanto llorar. No me di cuenta, hasta que desperté con la tristeza llenándome y soltando leves sollozos, que lo vivido con Jenna me había abordado de nuevo en forma de sueño, solo que es ta vez había cambiado, la salvaba y podíamos salir del búnker ella y yo.
Me dirigí a mi cama y busqué la anatomía de mi hermana esperándome para decirme un chiste tonto como cuando éramos adolescentes y que de pronto tenia miedo por nuestro padre al salir en una misión, pero no estaba ahí, solo su recuerdo.
Un ronquido salió despedido por la boca de Steve, había sido estruendoso para mí, y lo sentí como una especie de señal. Si, ese había sido el chiste de mi hermana ya que al parecer tenía miedo de no volver a mis padres si es que podíamos hallar a Joe y a Wo Fat. Reí de forma silenciosa mientras un sollozo se mezclaba también, me acomodé en el colchón y dormí. Esta vez sí dormí.

A la mañana siguiente fue que nos dirigíamos al aeropuerto de Tokyo, Japón, ahí tomaríamos un jet a un lugar al que Steve no me había dicho todavía. Nos encontrábamos ya a punto de abordar cuando una llamada entró al celular de mi compañero. Él compartió una mirada fugaz conmigo y después simplemente ignoró su celular.

RevengeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora