Habían pasado, quizá, unas semanas después de aquello con la tía Deborah McGarret, probablemente tres, y los problemas no cesaban.
Asuntos Internos estaba investigando a Chin por la reciente aparición de Gabriel Waincroft y la desaparición de 25 millones de dólares. ¿Quién era este sujeto? Alguien que solo había llegado para complicarle la vida a nuestro compañero, y lo peor, no sólo en relación a su vida personal sino laboral también, y nos habían implicado a todos con eso de la investigación por parte de Asuntos Internos. Eran un dolor de cabeza, en especial debido a los sucesos recientes y a la forma en la que nos trataban.Cuatro días antes.
Había preparado un desayuno para mis padres justo en su casa, lugar en el que estábamos teniendo reuniones paulatinas para avanzar poco a poco con nuestra fragmentada relación. Con Mason todo iba lento, era raro que habláramos, y no porque él tuviera idea sobre mi conocimiento acerca del verdadero asunto con él, pero si sentía que sabía cómo estaba yo, o al menos del lado del que me había inclinado, y no era precisamente con mi amigo, y eso si aún se podía llamar así.
Por dentro quería gritarle y desaparecer un par de días, empero, no era mi estilo exactamente. Estaba resistiendo en mí misma, no debía hacerlo, no debía aguantarme nada más, sin embargo, ahora que comenzaba a recuperar la confianza perdida de mis papás, me estaba sintiendo mejor y al menos me distraía de toda la nube negra que me perseguía lentamente.
Servía los sándwiches tostados cuando Danny llamó diciendo que había urgencia con mi aparición por un caso del que apenas se estaban enterando también, así que no tuve de otra más que disculparme y emprender mi camino hacia dónde Daniel me dictaba la ubicación.— Perdón, dile a mamá que trataré de estar para la cena, es más, en mi casa a las 6, Danny cocinará. Con suerte será mejor que lo que hice...sabes cómo es el trabajo. Adiós.
Jonathan Kaye se volvió hacia mí para darme un raro abrazo corto que me dejó sorprendida, pero de buena manera.
— Cuídate, te llamo más tarde, te quiero—dijo él, mirándome con sus ojos verdes preocupados y ansiosos. Sus arrugas lo hacían lucir más triste, aunque su sonrisa le dan el aire de un abuelo que no quiere que sus nietos se vayan con sus padres.
Asentí con la cabeza y me dirigí a mi camioneta.
Ese gesto me había dejado con esperanzas.***
— Solo cierren la boca un día, trato de escuchar lo que Chin informa—pedí, aunque había salido también con un puchero, a Steve y Danny, que no dejaban de pelear por un tema de lo más tonto, como casi todas sus discusiones.
— Oh, vaya, alguien que aprecia lo que digo. Sin ofender, Steve—replicó el de ojos rasgados al tiempo que, con su mano izquierda, me daba un toque en el hombro para hacerme avanzar a su lado.
Caminábamos dentro de una bodega enorme, el lugar estaba tremendamente frío por lo que en ningún momento me había separado del detective rubio que me frotaba con su brazo derecho en lamparte de mi antebrazo del mismo lado. Era una especie de congelador en el que las carnicerías tenían acceso para adquirir productos en sus abastecimientos, así que los enormes cuerpos sin vida de reces y porcinos era lo que abundaba ahí, además de las cortinas plásticas que separaban algunas áreas. Ibamos por un pasillo alargado y amplio, así que solo observamos las filas de los animales muertos y abiertos justo por la mitad.
Luego hubo un cuerpo humano: un hombre. Atado de las muñecas y sostenido del techo de la bodega, con su rostro hacia abajo, las piernas largas y lacias, ensangrentado y con la camisa de mezclilla abierta de forma torpe, rota, con el abdomen y el pecho lacerado y con lo que parecían ser quemaduras.— ¿Quién hizo esto? Un mal nacido solamente, y alguien que estaba muy enojado también, parece como si lo hubiesen rostizado—Levanté la cabeza del hombre una vez que me acomodé los guantes de látex negros, y sus ojos estaban cerrados. Al abrir sus párpados con mis dedos, me di cuenta de que sus orbes estaban enrojecidos por dentro, luego dejé al occiso en su posición inicial—. Hola, Max, ¿me acerqué un poco con lo de la causa de la muerte?
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Revenge
FanfictionVengar a tu única hermana nunca había sido tan fácil y lleno de aventura. Con Steve McGarret como mi compañero y el equipo de la fuerza de Hawaii, nunca me iba a cansar de estar con ellos. Steve McGarret FANFICTION