Revenge

When your family is back

La Navidad había llegado a Hawaii: regalos, comida, gorros de Santa Claus, y un ambiente todavía tenso entre mi madre y yo, sin mencionar que probablemente para antes de año nuevo mí padre llegaría a la isla y otra vez tendríamos la maldita charla entre los tres, en la que el nombre de mí hermana resonaría y claro, tendría que haber una resolución a todo el embrollo al que me enfrentaba a diario con mi familia.

Empero, la noche del 24 de diciembre, la madre de Steve McGarret, Doris, había llamado con la intención de invitarnos a pasar las fiestas en su casa. Y saber de boca de mi madre, que había contestado el teléfono fijo de nuestro hogar, no fue algo como lo esperaba, ya que Amanda lo había tomado de una forma demasiado buena como para ser cierta, sin embargo, ahí estábamos sentados, con Danny a mí derecha y la mayor de las Kaye a mi izquierda, sonriendo al rubio de vez en cuando como si fuera el hombre con más gracia en el universo.

-Es una noche...rara para nosotras- murmuró mi madre a Doris, que movía su copa de vino al son de la música navideña que Steve había puesto.

-Siento lo de su hija, seguro es algo muy duro para ambas, aunque, como consejo de madre...

-No sé si sea lo suficientemente apropiada para decirlo- siseó Daniel en voz baja, sacándome una risa contenida por lo estúpido y atrevido que aquello había sonado, pero la mujer de cabello corto rió con ironía por lo proferido.

-... No deje que el dolor le nuble los sentimientos por su otra hija, que por cierto, y no solo por haberle salvado la vida a mí hijo, es grandiosa. Debería sentirse orgullosa, está haciendo lo posible por encerrar a Wo-Fat.

Doris me miró y sonrió con sinceridad sin mostrar los dientes, se levantó y pronto la seguimos hasta quedar en el patio trasero del hogar, Daniel y yo compartíamos palabra cuando mi madre se aproximó a nosotros y, casi como si el silencio se hubiese instalado a propósito, preguntó:- ¿Cuánto tiempo llevan saliendo?

Las miradas de los presentes se posaron en el rubio y en mí, que nos detuvimos a observarnos de arriba a abajo y luego a simplemente irnos por caminos opuestos, ante la risas escandalosas de los demás que simplemente no paraban de recordar esa escena errónea.

La Navidad había sido extraña, pero también linda y espontánea.

***

El año nuevo fue una fiesta pequeña en compañía de amigos cercanos, esta vez con una Grace que se había ido a dormir temprano y demasiado alcohol para los adultos.

Estábamos bailando en el patio trasero de mi hogar, con pasos extraños y las risas ebrias que salían por parte de Steve, Kono, Danny, y hasta Chin que se estaba sobreponiendo del dolor de haber perdido a Malia, mientras que Doris y Amanda se habían alejado del escándalo que estábamos formando al tiempo de esperar que las 12 de la madrugada llegara a nosotros.

Exclamamos todos juntos la cuenta regresiva y terminamos por abrazarnos cuando los fuegos artificiales fueron observados en el cielo, regalándonos una bonita y fraternal escena que, personalmente, amé.

Pronto la música se reanudó, pero esta vez nos sentamos para charlar un poco más tranquilos, recordando momentos que habían sido, desde dolorosos, hasta llenos de emoción, alegría y felicidad, sin embargo, un viento helado nos abrazó, causando que corriéramos hacia adentro, donde Danny, Kono y Chin se quedaron en la sala acompañando al par de mujeres mayores.

-Gracias por correr y dejar todo tirado- murmuré, llevando entre mis brazos la caja de pizza con la mitad del contenido y una botella grande de refresco.

Steve abrió la puerta corrediza y empujó las pequeñas cortinas estilo country-bar que separaban la cocina de la estancia y el comedor, nos introdujimos a la cocina y puse los pocos trastes en el fregadero, volteé y acomodé algunas cosas en la isla, sin embargo, el alcohol le ganó a mis sentidos y causó que cayera de trasero al suelo, sacándome una risa estúpida y un bol metálico en mí regazo, porque al querer sujetarme de algo, fue lo primero que tomé.