Capítulo 2

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Una llamada de confirmación y luego la casa de los Chaveros se llenó de mujeres Julieta, Lucero, Doña Martina y Chelito ayudaban a Refugio a decidir qué cosas llevar.

—Doña Refugio usted déjeme a mí que le voy a traer unos conjuntos de muerte - emocionada Chelito salió casi corriendo sin darle tiempo a la susodicha a negarse-

— No me ponga esa cara doña Refugio. Ya verá que mi Chelito la sorprende con cosas de altura y recatadas.

— Si, doña Refugio usted deje las cosas en nuestras manos -muy emocionada Lucero seguía revolviendo entre las ropas-

—Ven, amiga preparemos unos refrescos - al verla tan nerviosa Julieta la acompañó a la cocina- Bueno, Refugio, no te veo muy feliz con todo esto. Me vas a decir que tienes

— Julieta, es que todo está ocurriendo tan rápido.

—¿Tienes miedo de quedarte a solas con Julián? -indago-

— Sí. Hay veces que me mira de una forma.

—AY, amiga -sonriendo tranquilizadora- voy a decirte algo. Te confieso que a mí también me daba miedo estar a solas con Apolinar, pero cuando sucedió fue todo tan romántico. Fue maravilloso.

—Julieta, es que no sé si estoy preparada - sonrojada- hasta me parece absurdo estar hablando de esto y a esta edad.

—No, no amiga aquí no vale la edad. Además Julián nunca te ha presionado para ir un paso más allá o si? - al verla negar- Refugio, déjate llevar, disfruta el momento y si tiene que ocurrir que vayan a la cama... ay, amiga no te prives de esa intimidad.

Conjuntos nuevos y algunas prendas combinadas completaban el equipaje de Refugio todo gracias a la mano de Chelito y Lucero, aquellas dos muchachas tenían ojo para esas cosas. el grupo de mujeres hacía tiempo se había ido dejándola sola. Sus hijos no se encontraban en la casa. El juez no pasaría por ella sino hasta el día siguiente. Y ahí en la soledad de su habitación las dudas y el temor de compartir algo íntimo con Julián no le daban tregua.

Había pasado demasiado tiempo desde que estuvo con un hombre, sus deseos de mujer los reprimió por sus hijos, para enfocarse solo en ser madre. En esos momentos podría llamar a Julián y cancelar todo aquella locura, pero muy en el fondo, una pequeña partecita se rehusaba a negarse ese privilegio, esa pequeña parte deseaba compartir tiempo a solas con aquel hombre que había hecho aflorar sentimientos dormidos.

Enfrentándose a su imagen en el espejo se habló dándose ánimos –Él solo me invito a pasar un fin de semana juntos, pero eso no implica que debamos compartir cama- pensar solo en aquello la ruborizaba– Refugio, Refugio ¿por qué te mientes a ti misma?

— Jefaa -la voz de Nachito irrumpiendo en la habitación la sobresaltó-

—Dime, hijo

— Te escuche hablar ¿con quién estás? -sonriendo pícaro mientras observaba la habitación- pensé que el paisano estaba aquí.

—Nachito, por favor que cosas dices -con un dejo de enfado en la voz- para tu información estaba pensando en voz alta.

— Jefa, era broma no te enfades -abrazándola- pero hay algo que te preocupa, me dirás que es lo que te tiene así. Si es por la actitud del Mundo ni le hagas caso eh

—Aunque me preocupa tu hermano, no es eso lo que me tiene nerviosa. Sino mi cita con Julián y ese tiempo a solas con él.

El sonrojo de Nacho fue evidente y los balbuceos no ayudaron en nada, lo que ocasionó aún más nervios a Refugio.

Tiempo de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora