Capítulo 59

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Paola nunca imaginó que iba a ayudar al enemigo. Nunca podría ser amiga de Refugio, ni le perdonaría a esa mujer haberse casado con Julián. Las circunstancias, sin embargo la orillaban a acercarse, pues ambas tenían el mismo fin: buscar justicia para el juez.

Los mellizos se quedaron desconcertados al ver a su madre en la casa, por cómo se desarrollaron las cosas en su momento era improbable que Refugio y Paola compartieran un mismo espacio mucho tiempo, no por la primera porque ella evitaba los conflictos. Paola, sin embargo, era otro cantar. Desde el momento que la conoció había hecho de Refugio su blanco de ataque, sin ningún motivo más que el de llevar el anillo de Julián Corona.

—Quiten esa cara que no vine a armar una escena -aseguró Paola mirando a sus hijos-

Los muchachos se fijaron en su madre, su mirada denotaba tristeza, sus ojos no tenían ese brillo de vivacidad, y hasta podrían asegurar que había adelgazado drásticamente. Qué la habría llevado ahí era la duda.

Alex apareció con Nacho, ambos venían del jardín, y en cuanto la niña vio y reconoció a Paola, se acercó rápidamente a su madre. Con los brazos cruzados y los ojos entrecerrados se enfrentó a la mujer, le causaba cierta curiosidad la madre de sus hermanos, pero no olvidaba que siempre se portaba grosera con su mamá.

Los ojos de Julián, pensó Paola cuando estudió detenidamente a Alex. Pero no solo el mismo color de ojos, las mismas expresiones, la forma que entrecerraba los ojos y cruzaba los brazos. Todo en esa niña le recordaba a Julián. Ni ella podía negar que era hija legítima de su ex marido.

— Mi papá no está para defender a mi mamá, pero yo sí. No quiero que la hagas llorar -exigió poniendo toda la seriedad a su voz-

A Refugio enterneció que Alex tratara de defenderla, apoyó su mano sobre el hombro de su hija.

—Alex...

—Alexandra -corrigió- Juliana Alexandra, solo a los que quiero les permito que me digan Alex.

—Alex -tranquilizó Refugio- Siéntate, Paola. ¿Algo de tomar? -ofreció-

—Si, gracias. Un café estaría bien.

—Nosotros lo preparamos -dijo Rebeca- estaremos en la cocina. La dejamos platicar.

—Ven, muñeca -pidió Nacho a Alex-

—Esta bien, mi vida. Ve con tus hermanos. -le dijo Refugio al verla dudar-

Alex estaba reacia a irse porque no confiaba en que la otra mujer no hiciera llorar a su madre. —Si me necesitas grita, Ma. -le hizo un gesto a Paola de que estaría atenta a cualquier ofensa de su parte-

—Es tan parecida a él -murmuró Paola viendo el caminar de la niña-

No hacía falta dar nombres, Refugio asintió y no pudo evitar que una leve sonrisa apareciera en su labios.

—Te preguntarás por qué estoy aquí. -Paola se giró hacia ella- no creas que vengo a disculparme. Para mi, tú sigues siendo una intrusa, que se interpuso entre Julián y yo.

Refugio suspiro no esperaba nada de eso, pero estaba cansada de volver al mismo tema. Paola estaba necia, para ella no existía otra opción más que la de que ella era la culpable de arruinar una relación acabada con Julián.

—Ni yo esperaba que lo hicieras -admitió Refugio- pero si has venido hasta aquí es porque debe ser algo muy importante. ¿Qué es Paola?

—Veras. Vengo a ofrecerte una tregua

—El café -anunció Roberto trayendo una bandeja con todo lo necesario-

—Roberto me gustaría que tú y tu hermana estuvieran presentes. Es un asunto que nos concierne a todos. -manifestó Paola-

Tiempo de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora