Capítulo 7

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El íntimo festejo se realizaba en el jardín de la casa de Julián, pero que a partir de ese día también sería de Refugio. Solo los amigos más cercanos compartían esa velada con los novios.

Los pequeños faroles distribuidos por todo el jardín le daban ese ambiente romántico que combinados con el cielo estrellado parecía de ensueño. La suave melodía acompañaba las pláticas

— Amiga, no sabes lo feliz que me pone verte tan radiante, tan llena de felicidad -Julieta con lágrimas en los ojos le tomaba de las manos- ya no más lágrimas para ti.

—Julieta estoy como en un sueño, pero tienes razón ya no más lágrimas de dolor, solo de felicidad, de dicha -dándole un abrazo- es Tiempo de amor.

Los hermanos Chaveros se acercaron a su madre por lo que Julieta decidió dejarlos solos.

—Muñecaa, me alegro mucho por ti y por el paisano -con un ligero temblor en la voz-

—Es increíble, mamita. Todavía no logro hacerme la idea de verte casada, pero te mereces toda la felicidad del mundo.

—Me uno a mis hermanos, mamá. Has sacrificado tanto por nosotros, y nos has aguantado tanto que ya era hora que la vida te devolviera todo lo bueno.

—Hijos... -Ya no pudo continuar porque se vio rodeada en un abrazo grupal-

Los aplausos al ver la escena no se hicieron esperar. Julián se acercó al grupo muy sonriente y tras él venían Lucero y Chelito esta última con Esperanza en brazos, la bebé al ver a Julian estiró sus bracitos para que la cargara por lo que al juez no le quedó de otra que tomarla en brazos.

—Primero me robas a mi mamá y ahora mi hija -Dijo con voz divertida Patricio-

— Es aquí el paisano tiene aire de galán conquistador -Con Chelito abrazada a él- a mi jefa, la conquistó con un charla imagínense.

—Nachito -La voz de su mamá con aquel tono de pena hizo sonreír a los presentes-

—Jefa, no lo niegues que yo fui testigo de sus encuentros. Y la sonrisa que traías después de eso no se te quitaba. Además, me acuerdo perfectamente que hasta te pidió tu numero, disque según para invitarte a tomar café.

A esas alturas las mejillas de Refugio estaban de un rojo intenso, Julián tras ella le pasó un brazo en torno a la cintura, mientras que del otro lado sostenía a Esperanza. Aquella imagen se quedó grabada en cada pupila que la presenció. Andrés estaba alucinado con aquello. Conocía al juez desde hacía mucho tiempo, pero jamás lo vio tan relajado y sonriente como en esos momentos.

—Qué quieres que diga, Nacho. Lo de pedirle su número para invitarla a tomar un café me parecía la excusa perfecta para volver a verla. No habíamos encontrados dos veces, pero no estaba seguro de que hubiera una tercera -dándole un suave beso en la sien-

—Pero si la hubo y mira donde estamos ahora, Lic.

Andrés se acercó al grupo e informar a Julián que el juez que iba a presidir la ceremonia civil había llegado. Patricio tomó en brazos a su hija, pero la bebé se puso a llorar. Refugio se hizo cargo entonces, pero la niña tampoco estaba conforme en brazos de su abuela.

Julián nuevamente se hizo cargo de la situación y con una Esperanza sonriente en sus brazos, se unió a Refugio ante el juez. Se dieron nuevamente el sí quiero y después de firmar le cedieron el espacio a los testigos.

—No puedo creerlo -Con la manito de su nieta en la suya. La bebé sonreía entre sus balbuceos-

— Hasta yo estoy sorprendido, pero no me quejo.

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