Capítulo 18

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De su marido no podía quejarse porque tan pulcro con su trabajo también lo era con las cosas de la casa. Ni una ropa fuera de lugar, las toallas siempre las tendía e incluso la ropa sucia la ponía en el cesto. Por eso Refugio de vez en cuando le desacomodaba algunas cosas o las guardaba en algún lugar diferente más para irritarlo que otra cosa, pero hasta ahora Julián no se había quejado, ni molestado.

Tomó la camisa del día anterior y aspiró la fragancia masculina, afortunadamente el olor no le generaba más náuseas, sonrió y la volvió a dejar en su sitio. En lo que iba para fuera se detuvo frente al espejo y las palabras que le había dicho Paola ese fin se de semana surgieron en su mente "Debo admitir que me esperaba otra clase de contrincante". Claro, que el comentario había dolido, porque al lado de Paola Mendoza ella era muy poca cosa. Esa mujer tenía una figura despampanante y las ropa que usaba la acentuaban aún más. Su cabellos castaños los llevaba sobre los hombros en un corte moderno. Y ahí estaba ella, Refugio Hernández o ahora Corona engordando por momentos, con ropas para nada chic. su cabello azabache  y sus ojos quizás eran lo único atractivo. Al menos así se sentía ¿La compararía Julián?

—Debes dejar de pensar en frivolidades -le reprocho a su imagen- Julián te ama tal cual eres. Y como confirmando aquello su hija le dio una patada.

Decidió concentrarse en cosas más importante, como su trabajo así que se encaminó al despacho, pero en lo que iba bajando Chelito se le vino a la mente, su nuera era diseñadora y podría ayudarla con su vestuario, y además, Lucero también la podría guiar en cuanto a maquillaje. Renovaría su imagen después de que naciera su hija. Debía tener claro que ahora su vida había cambiado y esa renovación era lo que necesitaba. Ya iba siendo hora que se mimara un poco.

Mientras se encargaba de los números, Patricio llegó con Esperanza y tras ellos, Fernanda Salvatierra la encargada de decorar la nueva casa.

—Patricio, ella es Fernanda es la diseñadora de interiores -les presento Refugio- Fernanda. Él es mi hijo, Patricio el papá de Esperanza.

—Mucho gusto -le dijo la muchacha mientras le tendía la mano- y que bueno que esté hoy, porque traigo varios bocetos para la habitación de las niñas. Así puedan decir cual les gusta más y poder iniciar con el trabajo -dijo sonriente mientras dejaba sobre la mesa varios papeles-

A Refugio no le pasó desapercibido la mirada de interés y admiración de su hijo hacia la muchacha y mientras ellos observaban las muestras, Fernanda pidió si podía tomar a Esperanza en brazos, pedido que Patricio no rechazó y muy gustoso le entregó a la niña.

—Todos son espectaculares y son hermosos. Es difícil decidir -dijo Patricio Maravillado- Pero tú tienes que hacerlo mamá, después de todo Esperanza y mi hermana van a compartir la habitación.

Nada de rosa decidió. Se fijó en un diseño donde las paredes tenían varios animales, una clase de pegatinas explicó, Fernanda lo que permitía que a medida que crecieran las niñas se pudieran cambiar. Las dos cunas se encontraban una al lado de otra separadas por el mueble donde irían las cosas de la bebé que también estaba dividido para que cada una tuviera su espacio, y en la pared, sobre las cunas se podría poner las iniciales de cada niña, aunque eso ya quedaba a criterio de los padres.

Refugio también decidió las demás decoraciones: la habitación matrimonial, los cuartos de invitados, el despacho, la biblioteca, etc.

—Es la primera vez que un cliente no me pide que modifique nada -sorprendida Fernanda le sonreía a la bebé mientras hablaba con Refugio-

—Todo es tan maravilloso que es difícil elegir y además tampoco queremos decoraciones ostentosas.

—Yo tengo que dejarlas -interrumpió Patricio mientras miraba su celular- Raúl necesita ayuda. Un placer conocerte, Fernanda -dijo, después beso a su madre y luego a la niña lo que permitió percibir el perfume de la chica-

Tiempo de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora