Capítulo 69

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Julián respiró profundamente para no replicarle de mala manera al médico. Se pasó la mano por su cabello desordenandolo. No le gustaba el tono con el que el profesional les hablaba, como si los estuviera culpando.

— Les advertí sobre esto -escuchó decir al doctor- y por el bien de mi paciente voy a exigirles colaboración. No le daré el alta hasta que considere que está en buenas condiciones.

— Le juro doctor que tratamos de que mi jefecita estuviera sin alterarse -respondió Nacho- ¿Es muy grave lo que tiene?

Los tres se encontraban charlando en el pasillo camino a la habitación de Refugio, quien en esos momentos estaba profundamente dormida debido a la medicación. Patricio era quien estaba en esos momentos cuidándola.

— Refugio tiene la tensión muy alta y eso sumado a la anemia que padece. -negó- si sigue así puede hasta tener un derrame cerebral.

— Gracias, Doctor -despidió Julián-

— Estoy a su disposición - dijo para luego marcharse-

— Creo que debes ir a la casa a cambiarte la camisa -señaló Nacho las manchas de sangre- Yo me quedo con mi jefecita.

Julián asintió, pero antes se acercó a la habitación donde yacía su mujer para asegurarse que estuviera bien. Cuando lo vio entrar, Patricio salió para permitirle tener un poco de intimidad.

El juez se acercó lentamente a la cama contemplando a Refugio. — ¿Qué voy a hacer contigo, mi amor? -susurro dejando un suave beso sobre la mano de Refugio-

No era tonto sabia que Refugio seguía trabajando con la contaduría a escondidas de él. Y en esos momentos se culpaba por no reprocharselo, porque aquello también ayudaba a que ella se encontrara en ese estado.

Acarició su mejilla y sus cabellos con delicadeza. Rogando que pronto terminara aquella tortura en la que estaban inmersos. No iba a soportar que algo malo pasará con su esposa.

Todos los amigos ya se habían enterado del estado de Refugio, por lo que no le extrañaría al juez que en cuanto regresara sus amigos estuvieran ahí.

Patricio y Nacho fueron a su encuentro cuando lo vieron salir de la habitación.

— Va a estar un rato dormida.

—Nosotros nos quedamos con ella, Julián -dijo apenado Patricio- lamento todo esto.

— No es tu culpa, Descuida.

— Los mellizos me acaban de llamar para avisarme que se harán cargo de Alex, que luego se comunican contigo. -manifestó Nacho-

Julián asintió, palmeó el hombro a los muchachos y antes de salir del hospital se dirigió a la capilla del lugar. Desde que estaba casado con Refugio visitaba seguidamente esos lugares.

****

Doña Martina estuvo a punto de arrodillarse ante el juez cuando lo vio entrar al taller, para pedirle perdón. Ella se sentía en parte culpable por no haberse percatado antes de la situación de Refugio.

— Descuide, Martina -tranquilizó Julián- no vengo a culparla ni nada de eso. Conozco lo suficiente a mi mujer para saber que no va a compartir sus pesares para cumplir con sus obligaciones.

— Sientese, por favor, Señoría -indicó- justamente estabamos por salir con Chelito para la clinica ¿Cómo sigue Refugio?

— Todavía dormida por los sedantes. Pero no tengo dudas que va a reponerse. Y haré todo lo posible para que permanezca la mayor parte del tiempo en la clínica para que no siga teniendo sobresaltos que perjudiquen su salud. -Rebusco en el maletín que traía dejando sobre el escritorio de Martina un volumen importante de papeles- Son la contaduría de los negocios que llevaba, los ha terminado. Pero le advierto que este es su último trabajo.

Tiempo de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora