Capítulo 24

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Espero pacientemente y mientras lo hacía fue a tomarse unas pastillas para que le calmara el dolor de cabeza que estaba aumentando por momentos. Ni nadar, ni la ducha ayudaron.

Refugio entró cuando él salía del baño con un vaso con agua. Se miraron y si las miradas mataran se decía el juez, él es esos momentos lo estaría. Alex se movía en brazos de su madre por lo que se acercó y la tomó en brazos.

Su expresión se suavizó cuando vio a su hija, le dio un beso en la frente y se quedó por unos momentos con los ojos cerrados aspirando su olor de bebé.

—Lo siento -Le susurro a Refugio después-

—Mi intención no era discutir. Me preocupa verte de esa forma.

—Estoy cansado -admitió mientras se sentaba en la cama acunando a la bebé- la situación me supera por momentos. Lo que menos quiero es hacer algo que perjudique mi relación con Roberto y Rebeca.

— Lo más sensato en estos caso sería que hablaras con ellos. No les ocultes nada, explícales la situación, quizás los tres juntos puedan encontrar una solución. -se sentó junto a él y recostó su cabeza en el hombro-

—¿ Y si se los lleva?¿ Los aparta nuevamente de mi? No los quiero poner a elegir entre su madre y yo.

— Julian, esto no es una competencia. Ellos ya no son unos niños, pueden decidir qué hacer con sus vidas. Y aunque Paola quiera prohibirles algo, creo que no harán caso. Te adoran, te quieren y quieren recuperar el tiempo contigo.

—Cuando me case contigo no era a esto lo que te quería exponer. Si mi propósito siempre fue consentirte en todo, que no tuvieras más preocupaciones. -Tomó la mano de su hija y le dio un ligero beso- hacerte feliz.

—La vida no es sencilla, no es un cuento de hadas. La realidad es distinta y en ella siempre hay problemas. Deja de atormentarte de esa forma yo no te he reprochado nada. Además tú también has tenido que lidiar con Edmundo.

—Ha valido la pena la recompensa -acomodo mejor a Alex en su brazo y se giró para besar a Refugio-

—Y me haces muy feliz, señoría-le susurro sobre los labios-

*~~~~~~

Refugio perdió la cuenta de cuantas veces se observó en el espejo. Se plancho con la mano una arruga inexistente en el vestido, tomó aire y se giró para cargar a Alex. Sería la primera vez que la dejaría sola porque ni loca la expondría a Paola. Y con Julián en su trabajo aquella era la oportunidad que necesitaba.

—Perdóname. lo tengo que hacer para ayudar a papá -le susurro-

Bajo con ella en brazos y se la dio a la niñera que ya la estaba esperando.

—No se preocupe, señora Refugio -le dijo al ver su indecisión- estará bien.

Salió antes de siquiera pensarlo dos veces porque se arrepentiría y en esos momentos lo que menos quería era acobardarse. Decidió que iría en taxi, claro que podía pedirle al chófer que la llevará pero cuanta menos gente supiera, mejor.

Paola se había sorprendido con la llamada y la cita porque no se lo esperaba, sin embargo no desaprovecharía la oportunidad. Miró su reloj pulsera aún no era la hora indicada así que decidió seguir esperando.

Refugio se bajó del taxi, tomó aire y se dio ánimos mientras se encaminaba a la cafetería. Nunca se había puesto en aquella clase de situación, ni siquiera cuando Baldomero la había engañado y eso le daba un parámetro de que no lo había amado. Y en este caso su accionar era justificado.

Paola se sorprendió en cuanto la vio entrar, nada quedaba de aquella mujer a la que había conocido, empezando por su vestuario, el vestido y la chaqueta que tenía encima competían con el de ella. Refugio no era consciente de las miradas de apreciación de algunos hombres, pero ella sí.

Tiempo de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora