Capítulo 23

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Con sus vidas nuevamente tomando un ritmo normal, por decirlo de alguna manera retomaron nuevamente a sus actividades rutinarias, claro que adaptadas a la situación de ser padres por partida doble, porque Esperanza era como su hija y dos niñas, una recién nacida y la otra en etapa de dar sus primeros pasos eran responsabilidades prioritarias.

Como Refugio trabajaría desde la casa estaría al pendiente de las niñas, de todas formas Lucia, la niñera la acompañaría y estaría a cargo de las dos niñas, pasando más el tiempo con Esperanza pues Alex dormía la mayor parte del día y sino estaría aferrada a su madre.

La tarea más difícil de Julián era tener que volver al trabajo, despegarse de su niña y de su mujer, en esos días que se había tomado libre para estar con ellas se había acostumbrado a las rutinas de estar con las niñas, de cambiarlas, Jugar con Esperanza, dormir a Alex, leerles. En fin, disfrutar el tiempo en familia.

Refugio miro el vehículo y después a Julián ¿Qué haría con ello? si no sabia manejar. Julián la miraba divertido por su confusión. Aquel carro también era un regalo, Refugio se merecía todo y él iba a dárselo.

—Un auto -lo miró sorprendida- me regalas un auto, Julián.

—Nos los podemos permitir, no tengo que recordártelo.

—Pues se quedará en la cochera como no lo uses tú, porque yo no sé manejar.

— Ya llegaremos a ese punto. De momento, déjame presentarte a Pedro -la guio dentro de la caso y hacia la cocina-

Candela estaba junto a un hombre por el parecido deberían tener alguna clase de relación, se dijo Refugio y no se equivocaba porque era el hermano de la muchacha.

—Pedro, ella es mi esposa, Refugio -los presento- Refugio él será tu chofer a partir de mañana.

Se dieron un apretón de manos, Refugio le sonrió, le dio la bienvenida y después le pidió a Julián para hablar sobre aquello. Fueron al despacho.

—Ninguna excusa y ningún pero -le dijo su marido- No estaré la mayor parte del día, es importante que puedas tener un medio de movilidad para cualquier emergencia. Se acabaron los taxis. Con dos niñas es más factible que tengas el auto, y bueno Pedro se encargará de llevarte y traerte de donde gustes.

—Lo tienes todo pensado, verdad. No se que decirte.

—Gracias, señoría -la imito- o "que atento eres, mi amor". "Me encanta el regalo, Julián".

Refugio parpadeo sorprendida ante su audacia, la sonrisita de medio lado de su marido la irritó de cierta manera. Julián estaba semi sentado sobre su escritorio de brazos cruzados, se acercó a él provocativa. Las manos de su marido fueron a su cintura cuando estuvo junto a él.

— Gracias por el regalo, mi amor -le susurro junto a sus labios, pero antes de que el juez pudiera reaccionar Refugio lo beso en la mejilla y se alejó- tu hija me reclama -le dijo conteniendo la risa-

La vio irse. Negó y sonrió mientras se pasaba las manos por el rostro. ¿Dónde había quedado la Refugio tímida?

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Paola en su afán de seguir viendo a Julián y de intentar que se volviera a fijar en ella, tomaba cada caso que fuera a parar en manos de su ex marido. No importaba si los clientes eran de la peor calaña. Su lucha en los juzgados era implacable y los enfrentamientos con Julián en los tribunales daban de qué hablar.

—Abogada -la interrumpió Julián porque la defensa se estaba yendo para cualquier lado y no centrándose en lo importante- si necesita un receso para ordenar la defensa de su cliente no tiene más que pedirla.

Tiempo de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora