Capítulo 51

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Un escalofrío recorrió a Refugio cuando sus pensamientos volvieron a lo que había sucedido en la mañana con Julián. Sintió sus mejillas sonrojarse y escondió la cara con sus cabellos cuando bajó la cabeza para seguir regando las plantas. Que tontería se dijo, pues en esos momentos estaba sola, o bueno la única compañia eran las mariposas que se posaban en las flores.

Una sonrisa brotó de sus labios y suspiro enamorada. A veces, todavía se sorprendía de la forma que había cambiado su vida.

Su mente volvió a evocar las imágenes donde le respondía a Julián. Su marido definitivamente era muy apasionado no había duda alguna, pero su respuesta a él todavía le sorprendía. No era promiscua en cuanto al sexo, pero con Julián eso llegaba a otro nivel porque si bien hacian el amor, tambien tenian esos encuentros apasionados como habia ocurrido en la mañana porque aquello era sexo en toda la extensión de la palabra, era una necesidad de satisfacer un deseo salvaje que los consumia.

<Julián>, murmuró un poco dormida Los labios de su marido los sentía en su cuello, permitiéndole que su barba le hiciera un poco de cosquilla, sus manos por debajo de las sabanas subían lentamente llevando el camisón a su paso. Gimió entreabriendo los ojos, los ojos grises de su marido la miraba expectante y con deseo. Sonrió...

—Te necesito

El juez no esperó a que le respondiera, se apoderó de sus labios en un beso salvaje. Se desvistió y la desvistió rápidamente. Se alejó un poco para apreciar el cuerpo de su mujer, sus manos fueron subiendo por las piernas de Refugio, prestando atención a cómo se estremecía con cada caricia. Refugio se arqueó cuando las caricias llegaron a aquel lugar íntimo, y eso le permitió a Julián bajar sus labios hasta los senos de ella deleitándose en ellos... Unos cuantos jadeos y otros tantos de gemidos y antes de que Refugio le suplicara lo sintió entrar en ella, sus dientes dejaron unas huellas en el hombro de Julián y las embestidas se volvieron más frenéticas, no fue suave... aquella entrega fue brusca... el orgasmo llegó como un huracán arrasando todo.

Pero ahí no terminaba todo porque Julián la llevó al baño para compartir la ducha. Sus piernas envolvían la cadera de Julian mientras él la sostenía ayudándole en ese vaivén de cadera, marcandole el ritmo. Su cuerpo ya no le pertenecía. El vapor los envolvió en esa entrega potente... Refugio no sabía si podía aguantar un orgasmo más, pero su cuerpo le demostró que si, se estremeció contra él cuando el clímax llegó por ella, y luego lo sintió a él dejándose llevar. El grito ronco de Julián fue melodía para sus oídos. Cuando su respiraciones se normalizaron y el ritmo de sus corazones volvía a ser normal se dedicaron tiernas caricias mientras dejaban que el agua se llevara esos momentos de pasión.

Volvió al presente cuando de repente vio a Nala correteando por el jardín con algo en la boca. La perra movió la cola cuando vio acercarse a Refugio, afortunadamente se dijo, el animal no salia corriendo. La cartera de Julián con baba y clara marca de dientes fue levantada. Aquel hombre estaba destinado a perder sus carteras y por lo visto ella estaba destinada a encontrarlas.

— Prohibido morder y destruir lo que encuentras -le dijo a la perra mostrando la cartera-

**

Andrés vio a Julián revolver las cosas sobre su escritorio, su maletín y por último tocarse los bolsillos del traje.

— Perdí la cartera -anunció- la que me regaló Refugio en mi cumpleaños.

—Quizás se la olvidó en el auto -le dijo Andrés-

—Es una posibilidad. Iré a fijarme.

—Desde luego, señoría.

—Por cierto, Andrés. Intenta localizar a Romina Pereiro. Son semanas decisivas para todos y ella no ha estado viniendo.

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