Capítulo 52

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El mal momento ya había sucedido. Era momento de ver como solucionar lo que había dejado caer Paola. Una mala publicidad no beneficiaría a la bodega.

—Refugio, Julián. Lamento muchísimo este mal rato. No sé cómo Paola consiguió una invitación -se disculpo Rafael-

Los tres estaban en una habitación anexa al salón donde se llevaba a cabo la presentación.

—Descuida Rafael. Es mejor que salgas y pidas una disculpa a los invitados. Cuando me calme prometo salir a dar la cara - Manifestó Refugio-

Antes de que Rafael saliera los mellizos entraron muy apenados.

—No quiero oír ninguna disculpa. Lo que haga su mamá no les compete a ustedes -intentó tranquilizarlos-

—Refugio tiene razón. -La apoyo Julián-

—Mamá está en el jardín. No quiere irse, dice que está en todo su derecho de quedarse -Roberto suspiro resignado-

—Tendré unas palabras con ella - anunció Julián apresuradose a la puerta-

—Julián -lo llamó Refugio, pero su marido ya había salido-

****

Se notaba que Julián y Paola no hablaban tranquilamente. Esta última vio a Refugio acercarse.

—Aqui esta tu mujercita -se lo anunció a Julián-

—Paola después de todos estos años, aun no logro comprender porque te sigues empeñando en nuestra contra. -Refugio hablo lo mas calmada posible, pero lo cierto es que estaba furiosa-

—¿Estas de broma? Te metiste entre él y yo.

—Increible, Paola. Estábamos separados hacía mucho tiempo, y no tengo que recordarte que me ocultaste a nuestros hijos -Julián se puso al lado de Refugio- Los mellizos llevaban mi apellido, y claro que también están en la herencia, si eso es lo que te preocupa.

— Yo quería una familia para ellos, la nuestra -les dijo Furiosa- pero, claro. Tenias que aparecer tú, y como no, le das una hija.

Julián y Refugio se miraron sorprendidos y luego volvieron a mirar a Paola incrédulos. Realmente la mujer estaba desquiciada.

—Paola esto se tiene que terminar. Tienes que aceptar que Julián no va a volver contigo, que estamos casados y así pensamos seguir porque nos amamos. Pero no te pido esto por mi, sino por los muchachos. Rebeca y Roberto no se merecen estas escenas, sobre todo porque los dos te aman mucho.

—Por Dios si te llaman mamá y prefieren estar más tiempo con ustedes que conmigo.

—Ahí ya no tenemos la culpa. Son tus actitudes las que los alejan de ti, Paola. Y nuestros hijos quieren recuperar ese vínculo que tenían contigo antes de que te obsesionaras con volver a conquistarme -le replicó Julián- Te lo he dicho mil veces, pero te seguiré recordando que amo profundamente a Refugio, y lo cierto es que no concibo mi vida sin ella.

—Si, si, si. La misma frase que me decías cuando nos casamos -lanzó venenosa aquella mentira- Yo seguiré estando aquí Julián y esperando por ti. Así que no te hagas ilusiones con el vivieron felices por siempre, Refugio.

Se alejó de ellos furiosa...

El suspiro de alivio de Julián se escuchó en la noche —No la reconozco y me duele verla de esa forma -admitió- se que no es mi culpa porque cuando nos separamos nos deseamos lo mejor.

—No tienes que explicarme nada, mi amor. -tomo su mano- Le haremos frente las veces que sea necesario. Pero debemos hablar con los mellizos para dejarlos al margen.

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