Capítulo 40

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La luz de luna bastaba para la pareja que en esos momentos disfrutaban de la intimidad. Julián recostado sobre el respaldar de la cama, Refugio sentadas a horcajadas sobre él. La sábana rodeaba su espalda baja solamente, por lo demás estaba sin cubrir.

—Ya no te sonrojas -sonrió mientras sus manos acariciaban los muslos de su mujer-

— Lo que hacemos en la intimidad solo lo sabemos tu y yo, y me has dicho que no hay nada malo en ello. -murmuró con deleite-

— Porque no lo hay. Me gusta verte disfrutando de tu sexualidad. No tienes porque esconderte de mí.

Ella sonrió y se recostó sobre él.

— Julián, no sé nada de viñedos, ni de vinos.

El pecho del Juez vibró por la risa, le había regalado a Refugio las acciones que Rafael le había cedido en su momento en agradecimiento por su ayuda. Así que su mujer ahora era socia en un 30% de los viñedos Linares.

—Ni yo, pero Rafael, su administrador, su abogado y yo siempre mantenemos contacto. Y son personas muy eficientes y confiables. Tú solo tienes que llevar la contabilidad. -ahueco sus mejillas para que lo mirara-

Y al igual que su mirada la de Refugio todavía mantenía un brillo de deseo, pero sobre todo de amor.

—Aún me debes el regalo de aniversario -recordó el juez-

Julián tomó la copa de vino que estaba sobre la mesa de luz, sus dedos se mojaron con el líquido carmesí y dejaron un reguero por la piel de su esposa, desde el cuello descendiendo hasta los senos, Julián siguió con su lengua aquellas gotas que se deslizaban lentamente. Refugio se arqueó en respuesta a aquel asalto.

En respuesta a las caricias de su marido, las manos de Refugio vagaron por el pecho del juez formando un camino descendente. Julián jadeo cuando sintió los dedos de Refugio envolver su virilidad. Refugio sonrió al escucharlo sisear de placer, en un movimiento osado lo guió lentamente a su interior. La fricción que sentían en esa posición les hacía emitir sonidos de placer.

Julián dejó que Refugio llevara el ritmo por un breve momento, pero cuando sintió que el placer estaba en su punto máximo la recostó sobre la cama, sus acometidas no fueron gentiles, las uñas de su esposa enterrándose en su espalda y los gemidos que emitía lo llevaban a un estado de desenfreno. Un "Te amo" los llevó al clímax, los gritos murieron en sus labios.

****

Cuando los Corona retornaron a su hogar se encontraron con sus amigos e hijos reunidos, no era para menos porque se habían congregado para celebrar el cumpleaños de Refugio. Claro que Julián estaba al tanto de la fiesta sorpresa. "Feliz Cumpleaños" grupal y Refugio se vio envuelta en cálidos abrazos.

—Hasta Alex está mejor bronceada que yo -bromeo Rebeca mientras cargaba a su hermana, se fijó en su padre y Refugio- fueron a la playa nos van decir ¿donde?

—No. Es un lugar secreto -respondió sonriente Julián, sus manos buscando la cintura de su esposa para estrecharla contra él-

—Algo que decirnos, otro hermanito, tal vez -Roberto choco su mano con la de Nacho-

—Ya que lo dicen...-murmuró Julián-

—No, no, no. Nada de hermanos. Alex es la última y la única. -manifestó con voz seria Refugio-

—Bueno, jefa... por precaución no vuelvan a ir a París, no sea caso....

—NACHO -reprocho su madre-

Con la vuelta a la ciudad empezaban nuevamente los temores de Refugio, aunque se mostró serena y sonriente en todo momento, por dentro la preocupación y el miedo dejaban huellas. Patricio notaba esa agitación en su madre porque él también arrastraba consigo esos pesares, él sabía la clase de persona que era Rómulo Ancira, no había dado el golpe aún, pero sabía que no tardaría.

Tiempo de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora