Capítulo 53

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El silencio era abrumador, la soledad en esos momentos lo mortificaba. Julián suspiro resignado dejando el expediente que leía a un lado.No podía concentrarse, estaba en el despacho de la casa. Su mujer e hijos habían salido, y aunque él fue tenido en cuenta argumentó que debía ponerse al día con un caso, y no mentía... Una cosa era estar en su espacio sabiendo que por la casa encontraría a Refugio y Alex cuando saliera, y otra era saberse solo o bueno con la compañía de Nala, que triste estaba echada cerca de la puerta.

El desayuno había pasado entre bromas de sus hijos, y aunque tanto él como Refugio hicieron lo posible para que no se notará que habían "discutido", los mellizos se habían dado cuenta que algo había pasado. Se despidieron como casi siempre con un beso rápido sobre los labios, pero más para que Alex no sospechara.

Echaba de menos su barba, sus manos trazaron su mentón ahora suave por la falta de vello. Realmente no sabía que lo había llevado a aquella locura. Se disgustó consigo mismo por comportarse de la forma que lo hacía, estaba celoso de la atención de Refugio para con Rafael, pero el hecho es que no debía porque su mujer solo se mostraba cordial con su amigo.

Nala ladró y salió corriendo tras escuchar el timbre sonar ¿Quien seria? se preguntó el juez encaminandose a la puerta de entrada para atender al visitante. Y como si con sus pensamientos los hubiera llamado, Rafael se encontraba tras la puerta con dos enormes osos y flores. Rosas rojas para ser más exactos.

— Hombre ...¿Julián? -parpadeo sorprendido ante la nueva imagen de su amigo- Te has quitado años.

—Rafael -saludo el juez escueto. Mientras se hacía a un lado indicando a su amigo que pasara-

Nala saltó sobre las piernas de Rafael haciéndolo reír, maniobró con los regalos y le regaló una caricia a la cachorra.

—Refugio no está -manifestó Julián guiandolo a la sala- salió con las niñas

No iba a andar con rodeos porque sabía que su amigo había ido para ver a su esposa.

—Una pena. -dejo los peluches sobre el sofá y le tendió la flores a Julián- Espero que no te moleste -le dijo haciendo alusión a los presentes-

—Para nada -descarto-

—Pero bueno, he venido para invitar a ...-se apresuró a corregirse- invitarlos a una cena esta noche. Es para que Refugio conozca a unos empresarios interesados en importar nuestra líneas de vinos.

Años de haber sido su socio y jamás lo había invitado a conocer empresarios. Julián murmuró algo entre dientes que el español no logró entender.

—¿Quieres algo de tomar? -ofreció-

—Será en otra ocasión. Tengo que reunirme con mi contable -miró su reloj- Sobre la cena...

—No podremos ir. Ya tenemos un compromiso que no podemos cancelar -mintió el juez- ¿Ocasionará eso algún problema con el negocio?

—No lo creo. -sonrió tenso- descuida inventaré alguna excusa para justificar la ausencia de mi socia.

Julián dejó las flores sobre la mesita ratonera en lo que acompañaba a Rafael fuera. Saludo cuando vio alejarse el auto de su amigo. Cuando regresó a la sala nada quedaba del hermoso ramo de rosas. Nala se había encargado de destrozar el arreglo, dejando pétalos por doquier.

—Nala... buen trabajo -le dijo a la cachorra levantandola y dándole un beso sobre su cabeza-

Ya tenía la excusa para no entregarle el ramo a Refugio. Igual y le entregaba otro, pero a su nombre.

*****

El día estaba espléndido, el sol brillaba sobre el firmamento. Un sábado hermoso para pasarlo fuera. Refugio se había citado con Julieta en una especie de feria que se había instalado el día anterior en un parque cercano a la vecindad. Los niños estaban muy entusiasmados por los juegos que estaban presentes.

Tiempo de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora