2. Culpable.

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Enzo

No hay algo que más me guste que el hecho de estar en una fiesta rodeado de niños ricos. Antes de continuar debéis saber algo. Hay fiestas de diablos, fiestas de niños ricos y después, están las fiestas mixtas donde todo el mundo se mezcla entre ellos. Son mis favoritas. Quedarse parado en un rincón mientras analizas a la gente es un deporte. De verdad. Además, te enteras absolutamente de todo. Aprendes con quién debes juntarte y con quién no, las personas que son de fiar y las que, probablemente, te acabarán clavando un cuchillo a tus espaldas.

― ¡Aquí estás! Pensaba que te habías rajado, tío ― Bryan me da un par de palmadas en la espalda nada más verme entrar por la puerta. Es su fraternidad y es el chico más social de toda la universidad. Solamente él es capaz de llegar a un acuerdo con ambos bandos.

― ¿Han llegado los demás?

― Sí, están donde siempre ― sonrío antes de adentrarme en la marea de gente que va y viene por toda la casa.

El salón siempre es la pista de baile, la estancia más cercana a la puerta es donde se dejan los abrigos y la más recóndita de la casa está reservada para aquellos que quieran gozar de un espacio más íntimo. Y mis chicos están en la cocina, al lado de la barra libre y desde donde se tiene una perfecta visión panorámica del jardín y del salón.

Bryan no solo es el tío más social, es el que hace las fiestas más buenas y legales. Nada de drogas. Nada de peleas. Todo es completamente limpio y los niños ricos lo respetan. Lo que os he dicho, ese chaval se lleva bien con todo el mundo.

Todos los del equipo de hockey me reciben entre collejas y bromas. Somos una pequeña familia. Nos cuidamos entre nosotros. La mayoría viven lejos de sus familias y solo los ven un par de veces al año, así que han tenido que buscarse otro lugar al que acudir cuando pase algo. Ese lugar es mi casa, bueno y la de varios más de mis compañeros.

― ¿Por qué has tardado tanto, Enzo? ― el pequeño Larry me tiende una cerveza y yo alzo una ceja en su dirección.

― ¿Qué os tengo dicho? Nada de alcohol en medio de la temporada ― miro a todos los demás que bajan sus ojos hacia los vasos de color rojo que sostienen.

―Técnicamente no estamos en mitad de la temporada, ni si quiera la hemos empezado ― Larry se sirve otra cerveza y choca su vaso contra el mío―. Vamos, capitán. Será solo por esta noche.

Sé que tiene razón y lo peor es que no puedo decirle que no porque es adorable. De verdad. Parece pequeño e inofensivo, pero cuando sus patines tocan el hielo, él vuela y es imposible alcanzarle. Solo lo hemos visto un par de veces sobre la pista porque es nuevo este año, y ya sé que va a dar más de un dolor de cabeza a nuestros contrincantes.

Brindamos por una buena temporada, por ser los mejores y patear a los niños ricos. Es en ese momento cuando Mike y su cuadrilla aparece en acción. Se hacen dueños del jardín. Se les escucha gritar y corear el nombre de su capitán, Mike, desde aquí dentro. La gente que estaba allí va desapareciendo poco a poco hasta que solo quedan ellos y su grupo de chicas. Siempre van detrás de ellos, algunas son novias y otras simplemente ligues de una noche. Comparten pareja, cama y cualquier cosa que os podáis imaginar.

Me paro más tiempo del necesario en identificar a cada una de las chicas.

― ¿Buscas a alguien? ― La voz de Jacob me sobresalta. Joder. Está pegado a mi oído.

―Qué va. Me estaba asegurando de que esos niños ricos no líen ninguna de las suyas.

"Menudo mentiroso".

― ¿Buscas a tu próximo juguete? ― No dejo si quiera que termine la frase. Coloco sobre su pecho mi dedo índice y junto nuestras cabezas hasta que se le borra la sonrisa de la cara.

Un Pacto Con El DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora