61. Cartas.

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Enzo

Nada más levantarme vuelvo a comprobar el móvil. Nada. He dormido unas cuantas horas después de la charla con Larry, pero no han sido suficientes para calmar la incertidumbre de saber algo de Jess, los nervios del partido y la preocupación de qué habrá pasado. Paso unos minutos más decidiendo qué hacer. Creo que es hora de llamarla.

Marco su teléfono y al tercer toque, responde.

―¿Enzo?

―¿Tammy?

Me incorporo en la cama de un salto.

―¿Qué haces con el móvil de Jess?

Mi corazón deja de latir a un ritmo normal. El corazón se me encoge y me empiezo a vestir a toda prisa por si tengo que salir corriendo.

―Nos quedamos a dormir juntas, ¿no te lo dijo?

Larry me lo había contado, pero se suponía que era mentira, ¿no? Jess se iba con Maddie. ¿Cómo demonios había acabado Tammy con su móvil?

―Buenos, no sé si lo sabes o no te lo ha contado aún, pero no estamos en nuestro mejor momento y quería hablar con ella. ¿Puedes...?― ni siquiera me deja terminar la frase.

-Está mala. Ha pasado toda la noche vomitando, algo tuvo que sentarle mal ayer.

Su voz es tan artificial que la mentira no se la ha creído ni ella. Decido jugar como ella.

―Ahora mismo voy para allá.

―¿Qué? ¡No! Tienes el partido, le dejaré una nota para que te llame, Enzo. No te preocupes, seguro que se levanta mejor. Además, no creo que tenga muchas ganas de verte después de todo.

Cojo aire para responder aguantándome las ganas de decirle que lo sé todo, que ella es el nexo de unión entre nosotros y los niños ricos, pero me corta antes de que pueda decir nada.

―Oye, tengo que dejarte, como Jess no viene, tengo muchas cosas que preparar. Nos vemos en la pista.

Y así, sin más, me cuelga dejándome con la palabra en la boca.

―¡Joder!

Unos pasos resuenan por todo el pasillo y se paran en mi puerta. No llama, directamente abre dejándome ver su cara de asustado.

―¿Qué pasa?

―Tammy, eso es lo que pasa.

Larry cierra la puerta para que los demás no nos oigan. Tenemos poco tiempo antes de que vengan a buscarnos para irnos al partido. Le cuento lo que acaba de pesar y él se muestra impasible.

―Puede que lo hayas malentendido todo ―dice sacando su móvil del bolsillo.

Me enseña un selfie de las chicas. Están tumbadas en la cama comiendo palomitas arropadas. Seguramente estuvieran viendo alguna película.

―La he recibido esta madrugada, después de que habláramos tú y yo.

―Larry, eso no demuestra nada. La fotografía puede haber sido hecha cualquier otro día.

Él niega con la cabeza. Entiendo su actitud, por supuesto, se niega a aceptar la traición de su novia. Es normal, se querían con locura, él lo hubiera dado todo por ella. Y, claro, es muy jodido reconocer que la persona a la que le confiaste tantas cosas, te haya dado una puñalada trasera.

―Todo el mundo merece el beneficio de la duda y en la Rivalry, más todavía.

Dicho eso, se marcha de la habitación dejándome más desconcertado si es que eso es posible.

Un Pacto Con El DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora