Jess
He besado a Enzo Hunter y me ha gustado. En realidad, me ha encantado. Esos labios sí que son el mismísimo infierno. Son adicción, excitación y locura. Mi interior aún arde de deseo. Nos habíamos dejado llevar en mitad de toda esa gente sin importarnos absolutamente nada.
Pero no puede volver a suceder, tengo que mantener mi mente despejada la próxima vez. Si algo de todo esto llega a los niños ricos, estaré acabada.
Me tumbo en la cama sin molestarme en quitarme la ropa. Todo está en silencio. Maddie no ha vuelto a casa tras el partido y dejo escapar un suspiro de alivio. La presión de vigilar con quién me junto y con quién no va a acabar conmigo. Mi mano se posa de manera inconsciente en mis labios. Si cierro los ojos puedo notar el aliento de Enzo mezclándose con el mío. Nuestras caderas moviéndose a la par y la estúpida pregunta de la canción. "Why should we stay?".
Nuestro interior sabía que acabaríamos así, mi lengua dentro de su boca y sus manos acariciando cada rincón de mi cuerpo. Era una tontería quedarnos así, esperando, dejando que las cosas sucedieran a nuestra alrededor como si de alguna manera el pacto que hemos hecho no nos acabara uniendo más.
Ahora mismo solo tengo una cosa clara. Lo que ha pasado no debe volver a repetirse porque si vuelvo a rozar esos labios, no podré reprimirme. Nadie será capaz de pararnos y a la mañana siguiente me arrepentiré. No voy a dejar que mi reputación se vea otra vez manchada por un desliz, por algo que nunca tuvo que pasar y que aún así, pasó. De los errores se aprenden.
Me arropo con la manta hasta la altura de mi barbilla y me acurruco para lanzarme a mis sueños, esos que no puedes controlar. Vuelvo a ver el rostro de Enzo, noto las yemas de sus dedos clavadas en mi cintura y, esta vez, nadie nos para. Dejamos que el deseo inunde cada parte de nuestro cuerpo, el ritmo es frenético y me encanta. Me vuelve loca. Estoy rozando el clímax con la punta de los dedos. Voy a llegar y miro a Enzo para ver su cara de deseo.
Pero no es él quién está encima de mí, sino Joe. Sus ojos se clava en los míos. Grito todo lo que puedo y me levanto sobresaltada de la cama.
"Dulces sueños, Jessy". Corro hacia le baño para vomitar. Su voz resuena por todo mi interior y la manera de llamarme que una vez que encantó, hace que ahora me revuelva entera. Miro el reloj, las seis de la mañana. Decido darme una ducha bien caliente y esperar a que pase el tiempo para dirigirme a clase.
Cuando llego a la Rivalry todo el mundo está demasiado callado. Tengo que acercarme al tablón de anuncios para encontrarme con la razón por la que la gente apenas habla. No hay una nota, sino dos. Una amarilla y otra roja. Sé que esta última es de los diablos porque era el último paso del plan que habíamos trazado.
"Suerte en el próximo partido, niños ricos. Mike, creo que se te olvidó algo en casa".
Las zapatillas de Mike estaban atadas y clavadas en el tablón con una par de chinchetas. Reprimo una sonrisa lo mejor que puedo. Miro por encima de mi hombro y veo a Maddie caminar hacia mí. No trae muy buena cara.
―¿Estás bien? ― Pregunto en cuanto se sitúa junto a mí.
―Mike está muy cabreado. ¿Lo has leído? ―Señala a la nota amarilla y yo niego con la cabeza.
"Cuidado niños ricos. Tenemos a un topo entre nosotros que se limita a pasar información a los diablos. No confiéis en nadie, os pueden traicionar."
―¿Mike es el que pone las notas? ― Me sorprendo, pensaba que sería alguien menos popular. Tiene sentido que sea él porque se acaba enterando de todo y la mayor parte de las veces ataca a los diablos, aunque ha habido notas con el propósito de hundir a ciertos ricos, como a mí.
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Un Pacto Con El Diablo
RomanceEn la Rivalry no hay opción. Rico o Diablo. ¿Qué pasaría si tu mejor amiga está en la relación más tóxica que existe? ¿Serías capaz de aliarte con tu peor enemigo para salvarla? Jessica lo tiene muy claro. ¿Y si tu equipo de hockey necesita desesp...