Epílogo

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Jess

Me tiemblan los dedos sobre el teclado sin saber muy bien qué responder. ¿De verdad estaba pasando todo eso? Dejo caer la cabeza hacia atrás suspirando. Sabía que esto requería una gran responsabilidad, pero nunca tanto. Leo de nuevo el correo.

Una.

Maldita.

Colaboración.

Con una editorial.

Quieren un merchandising personalizado basado en un nuevo libro que van a sacar. ¿Y sabéis de quién? Elle Kennedy. Estoy tan emocionada que las ideas que hace unos segundos se habían paseado por mi mente, han desaparecido como buenas traidoras que son. ¿Qué producto puede estar a la altura de uno de sus libros?

Las tote bags ya están muy vistas, las postales son un sí asegurado, pero no lo suficientemente bueno. ¿Velas? No, está descartado. Tiene que ser algo relacionado directamente con los protagonistas, con su proceso de creación.

¿Las fichas de los personajes? Podría funcionar, una libreta con información extra o incluso escenas que la autora eliminó. Un material inédito de otros libros o incluso una historia breve a modo de crossover.

La posibilidad de volver a leer a Garrett es muy tentadora. A eso podemos añadirle unas postales bonitas y una camiseta de hockey porque sí, el nuevo libro va sobre hockey también.

Todo es una apuesta asegurada.

Imprimo el contrato en la nueva impresora que tuve que comprar para las pegatinas de envío. Mi proyecto está saliendo adelante entre tanta competencia. No tengo muchos pedidos, la primera semana apenas salieron 5 packs de tote bag + vela, pero después de varias colaboraciones y conseguir más seguidores en las redes sociales, los pedidos son mayores.

Leo la letra pequeña del contrato y la política de colaboración. Hay que tener cuidado con estas cosas porque muchas veces puedes vender tu alma al diablo sin darte cuenta.

Y hablando de diablo...

―¿Florecilla?

Me giro en la silla y lo veo apoyado en el marco de la puerta. Ha cruzado las manos por encima de su pecho marcando sus bíceps, todo su peso recae sobre una pierna y la otra la pasa por encima de su tobillo alzando la barbilla antes de sonreír socarrón.

―¿Qué te traes entre manos?

Me habría gustado poder gritar de emoción, contarle que tengo una propuesta de colaboración con una editorial y que vea la orgullosa que me siento, pero la magnitud de todo esto gana la batalla. Las palabras se quedan pegadas a mi garganta como si la colaboración se fuera a desvanecer al decirlo en voz alta.

―Eh, ¿ha pasado algo?

Se acerca a mí con el ceño fruncido y yo niego automáticamente con la mirada porque no quiero preocuparlo. El único inconveniente es que me conoce demasiado bien, después de llevar varios meses conviviendo bajo el mismo techo sabemos identificar nuestros silencios de cansancio y aquellos que detrás esconden una preocupación.

Nos mudamos antes de verano a uno de los apartamentos que proporciona la Rivalry. Es muy parecido al que compartía con Maddie. Yo acababa durmiendo la mayoría de los días en su casa, pero no teníamos la intimidad que nosotros queríamos, así que decidimos adentrarnos a esta nueva aventura. Es de las mejores cosas que pudimos hacer. 

―Habla conmigo, florecilla ―me acaricia la mejilla con delicadeza y las mariposas que parece que no se van a ir nunca, revolotean en mi interior. ―¿Estás bien?

Bajo la mirada hacia los papeles y él se pone de cuclillas quedando a la misma altura que yo. Desvía su atención hasta el contrato y soy testigo de cómo cambia su expresión cuando sus ojos llegan a la frase "colaboración con editorial".

Un Pacto Con El DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora