Jess
Intento que no me tiemblen las piernas, que la adrenalina por mi cuerpo desaparezca y hacer como si no hubiera pasado nada. Pero a quién quiero engañar, Enzo puede leerme con un simple vistazo. He leído todos sus mensajes y he visto sus llamadas. Estaba desesperado y yo en vez de contestar, he intentado refugiarme entre libros como si de esa manera todo pudiera desaparecer.
Nada va a desaparecer porque es la realidad que yo he elegido vivir.
―Florecilla, por favor, habla conmigo. ¿Qué ha pasado? ¿Estás bien?
Es la agonía en su voz la que me obliga a mirarlo. En su mano derecha lleva un libro y se me encoje el corazón cuando leo el título. Es el mismo libro que se mojó en la ducha de los vestuarios. ¿Lo iba a comprar para mí? Una calidez me recorre el cuerpo dándome ganas de llegar hasta él y refugiarme en sus brazos.
―No puedo seguir con esto.
Dejo caer los brazos a ambos lados de mi cuerpo en señal de derrota. Miro a Enzo a los ojos para descubrir un ligero brillo en ellos. Un nudo se instala en mi pecho amenazando con salir. No sé qué es lo que tengo que hacer, qué es lo que se espera de mí, ni qué es lo correcto. Hace tiempo que perdí el objetivo del pacto y todo me está pasando factura.
―¿A qué te refieres? ¿Qué ha pasado con los niños ricos?
Da un paso más hacia mí preocupado. Ordeno a mis piernas que se muevan, que se alejen todo lo que puedan de Enzo, pero no reaccionan porque saben muy bien qué es lo que necesito ahora mismo.
―Todo era una farsa, solamente querían comprobar mi lealtad.
―¿Has confesado?
Niego con la cabeza.
―Estaba dispuesta a hacerlo, pero al comprobar que Maddie no estaba en peligro, he decidido callarme. Al parecer están comprobando cómo de leales somos.
Sí, así me lo había explicado Kelly que también estaba allí. Los encontré en la casa de Mike reunidos, faltaba algún niño rico que no llegó ante las llamadas que les hicieron. Noto el brazo de Enzo acercarse a mí y acariciarme con cariño.
―¿Pero qué es lo que ha pasado, florecilla?
Le cojo de la mano para sentarnos en los sofás que tienen habilitados en la planta de abajo para leer. La librería está completamente vacía así que puedo hablar con libertad. Nos sentamos frente a frente, él apoya una mano en mi rodilla y traza pequeños círculos mientras lo recuerdo todo.
...
Salgo de la pista de hielo corriendo. Seguramente esté en casa de Mike, por su mensaje durante el partido no habrán ido a ningún otro sitio y mucho menos si han perdido. Tardo en llegar más tiempo del que me gustaría, pero mis piernas no dan para más y la preocupación ha empezado a consumirme.
No puedo dejar que Maddie cargue con la culpa, no podría perdonármelo nunca. Lo único en lo que puedo pensar es en que no haya salido herida de todo esto. Sé que Mike prefiere humillar públicamente o el juego psicológico antes que la violencia, pero su tono de voz invitaba a pensar todo lo contrario. Mi cuerpo da un espasmo al recordar el golpe sordo que escuché antes de que la línea se cortara.
Cuando llego a casa de Mike veo su coche aparcado en la puerta junto al de Peter y varios más que no consigo identificar. Bien, están allí. No me molesto en llamar al timbre, giro el picaporte y la puerta cede, la han dejado abierta.
―¡Maddie!
No escucho nada. Está todo en absoluto silencio. Camino por el pasillo y me sobresalto cuando entro al salón. Varias cabezas giran en mi dirección, Mike empieza a reírse en voz alta y varios más lo siguen. Distingo a Maddie en una esquina, con los brazos cruzados sobre el pecho, la mirada perdida e intentando mantenerse erguida. ¿La habrán obligado a llamarme? Justo en la otra esquina del salón Kelly me mira fijamente tratando de mandarme ánimos.
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Un Pacto Con El Diablo
RomanceEn la Rivalry no hay opción. Rico o Diablo. ¿Qué pasaría si tu mejor amiga está en la relación más tóxica que existe? ¿Serías capaz de aliarte con tu peor enemigo para salvarla? Jessica lo tiene muy claro. ¿Y si tu equipo de hockey necesita desesp...