Jess
Lo primero que hago nada más llegar a casa por la tarde es meterme en la ducha y dejar la mente en blanco. Suspiro de alivio cuando compruebo que Maddie no está por ninguna parte. Lo último que me apetece es tener un enfrentamiento con ella después de todo lo que ha pasado. Dejo que el agua corra, que los minutos pasen y siento que todo vuelve a su lugar. Situarme junto a los diablos de manera pública me ha quitado un peso que llevaba colgado en la espalda desde que hice el pacto con Enzo.
Es como volver a respirar sin sentir una presión en el pecho, sin prestar atención a los niños ricos y poder ser la Jess que lleva dentro de mí durante mucho tiempo. Parece que he encontrado mi lugar.
En cuanto salgo de la ducha escribo un rápido mensaje a Tammy para comprobar cómo lo lleva Larry. Le han dado un mes de baja y después varias semanas de rehabilitación. Con suerte podrá volver a jugar después de las vacaciones de Navidad. Nos tiene a todos muy preocupados porque con lo activo que él es, no creo que pueda estar más de dos días de reposo.
Me meto en la cama con el móvil en la mano y abro la agenda para llamar a mi madre. A estas horas es probable que ya no tenga ninguna clase ni de yoga ni pilates.
Contesta a los dos tonos.
―¡Hola, hija! ¿Qué tal va todo por allí?
―¡Muy bien, mamá! Todo sigue con normalidad. He pensado que me puedo ir con vosotros de vacaciones en Acción de Gracias, sé que queréis un viaje los dos solos, pero no nos vendría mal unas vacaciones familiares ―me muerdo el labio esperando su respuesta.
Pasan unos segundos hasta que se atreve a contestarme.
―Ya tenemos los billetes comprados, cariño. Además, con tan poco tiempo de antelación, nos van a salir mucho más caros.
Siento un nudo en la garganta al darme cuenta de la realidad. No quieren que vaya con ellos porque el dinero en mi familia nunca ha sido un problema, al contrario, siempre me han comprado cualquier cosa que se me antojaba sin mirar el precio. Intento sonar convincente cuando hablo.
―No pasa nada, mamá. Lo entiendo. Oye, tengo que colgar que aún me quedan varios trabajos por hacer.
No le doy tiempo a que me conteste. Las lágrimas se derraman por mis mejillas sin poder controlarlas, mejor dicho, sin querer controlarlas. Me he cansado de reprimir la decepción que siento con respecto a mis padres. Sobre todo a mi madre que siempre ha estado ahí.
Me dejo caer sobre la cama hecha un ovillo y me quedo dormida sin darme cuenta. En el fondo lo agradezco porque a mi cabeza no le da tiempo ni a pensar, ni a hacer hipótesis sobre por qué mis padres no me quieren en su viaje.
...
El microondas empieza a sonar y en cuanto oigo unos pasos, me incorporo de inmediato en la cama. ¿Qué hora es? Miro el reloj y no son más de las seis. Joder, es demasiado pronto hasta para mí. Vuelvo a girarme en la cama, pero los pasos cada vez son más ruidosos y lo siguiente que escucho es el ruido de los platos y los vasos. ¿Ha llegado ya Maddie?Hago un esfuerzo sobre humano para salir de la cama y ponerme la sudadera de hockey que tengo encima de la silla. Cuando llego a la cocina veo la silueta de mi amiga moverse de un lado al otro haciéndose el desayuno.
―Buenos días ―susurro frotándome los ojos que aún están llenos de legañas.
Me ignora por completo, sigue haciendo las cosas como si yo no estuviera allí. Pongo los ojos en blanco ante su comportamiento tan infantil, ya tenemos una edad para jugar a estas cosas. Además, creo que está intentando hacer todo el ruido que puede, saca platos para después guardarlos y mueve el café con ímpetu haciendo que ese sonido me ponga de los nervios.
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Un Pacto Con El Diablo
RomanceEn la Rivalry no hay opción. Rico o Diablo. ¿Qué pasaría si tu mejor amiga está en la relación más tóxica que existe? ¿Serías capaz de aliarte con tu peor enemigo para salvarla? Jessica lo tiene muy claro. ¿Y si tu equipo de hockey necesita desesp...