Enzo
Después de comprobar que solo un coche ha sido pintado, nos vamos a clase. Me toca economía avanzada. Intento centrarme, pero es imposible. Sigo pensando en todo lo que ha pasado, en Jess protegiendo el coche de Tammy, una diabla. Ver para creer. Las bromas han pasado a un segundo plano porque lo que han hecho los niños ricos no tiene nada que ver con quedar los primeros para que la Rivalry les dé el dinero a ellos.
Esto es algo que se están tomando de manera personal y nosotros tendremos que hacer lo mismo si no queremos que nos pisoteen. A Auston le va a costar una pasta limpiar su coche. No podemos dejar que los ricos se salgan con la suya.
La clase pasa y otro día más sigo sin enterarme, pero hoy yo no he sido el único. Jess no ha apuntado nada en toda la clase. Se ha limitado a mirar al profesor mientras asentía con la cabeza. Está igual de absorta que yo. Uno de los niños ricos pasa por nuestro lado y se tropieza adrede con mi mochila mandándola de una patada al final de la clase. Me preparo para levantarme de la silla y estamparle con la pared, pero una pequeña mano se coloca en mi hombro.
―Aquí no, Enzo. No querrás que te expulsen.
Creo que es el único momento en el que estoy de acuerdo con Jess desde que ha empezado el curso y de eso hace ya varias semanas. La gente va desapareciendo de clase dejándonos a solas. Jess se levanta y yo permanezco sentado.
―Gracias ― susurro porque aunque sigamos lanzándonos cuchillos cada vez que hablamos, no soy un maleducado.
―¿Qué has dicho? Desde aquí arriba no se escucha a los bajitos ― se burla de mí haciendo referencia a la primera vez que nos vimos.
La miro de reojo intentando disimular una sonrisa. Joder, ha tenido gracia. Se cuelga la mochila al hombro y empieza a andar entre las filas de sillas, pero se para antes de llegar a la puerta. Comprueba que no hay nadie en clase, ni en el pasillo para cerrar la puerta y acercarse de nuevo a mí. Le lanzo una mirada dubitativa.
―¿Qué estás haciendo?
―Necesito hablar contigo, pero antes quiero que sepas que todo lo que voy a decir, lo digo en serio.
Mi cuerpo reacciona de inmediato. No sé por dónde puede saltar Jess. Es imprevisible y demasiado expresiva. Sus mejillas se empiezan a enrojecer y mi interior se despierta. Yo también empiezo a sentir calor. ¿Quiere que resolvarmos nuestra tensión sexual aquí en clase? Me gusta la idea, el morbo de hacerlo en público y poder ser pillados en cualquier momento. Tendremos que ser rápidos. No habría preliminares y esa es una de mis partes favoritas. Bueno, podemos arreglar esa parte en mi casa, o en la suya. Joder. Me estoy empezando a poner cachondo.
―Te necesito.
― ¿Para qué? ― Me levanto de la silla y me acerco a ella. Alza su barbilla unos centímetros para poder mirarme a los ojos.
Ignora mi pregunta.
―Y tú me necesitas a mí. Podemos llegar a un pacto.
―¿Qué clase de pacto?
Espero que haya una apartado para el sexo porque no concibo otra cosa ahora mismo que no sea probar sus labios. Habla lento, intentando dejar las cosas claras, pero yo no me concentro en las palabras. Me concentro en sus gestos. El jersey que lleva se ajusta a su pecho y a su cintura. Tiene el cuello alto realzando más su precioso rostro. El pelo rubio cae sobre sus hombros. Cruza los brazos sobre su abdomen. Esta cercanía no es buena para ninguno de los dos.
―Los dos queremos acabar con Mike. Si me ayudas a conseguirlo, os ayudaré con las camisetas.
Retrocedo un paso. Así que todo esto va de Mike. El calor que había ascendido por mi cuerpo cae en picado.
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Un Pacto Con El Diablo
RomanceEn la Rivalry no hay opción. Rico o Diablo. ¿Qué pasaría si tu mejor amiga está en la relación más tóxica que existe? ¿Serías capaz de aliarte con tu peor enemigo para salvarla? Jessica lo tiene muy claro. ¿Y si tu equipo de hockey necesita desesp...