45. Discoteca.

910 40 8
                                    

Jess 

El ruido nos absorbe nada más entrar en la discoteca. Hay demasiada gente a nuestro alrededor así que nos cogemos de la mano unos a otros hasta que conseguimos llegar al reservado que ha conseguido Kelly llamando a un par de personas. Esa es una de las ventajas de ser niña rica, consigues las cosas en unos minutos y ninguno de nosotros se va a quejar ahora mismo porque lo único que nos importa es disfrutar de la noche. 

Los diablos han ganado, nos hemos quedado sin stock de camisetas  y Enzo ha conseguido el contacto de un seleccionador de la NHL. ¿Qué más puede pasar? ¡Ahora mismo lo tenemos todo! 

—¡Vamos a por bebidas! —Grita Tammy emocionada. 

Nos acercamos a la barra para pedir y que empiece la verdadera fiesta. Creo que es una de las pocas veces que veo a los chicos irse de fiesta después de un partido. Estarán agotados así que tendremos que exprimir al máximo el tiempo que estemos aquí. Pedimos las bebidas y nos vamos directos al reservado para poder bailar sin empujones ni mirando por encima de nuestro hombro cada dos por tres para ver quién se acerca. 

Nada más llegar a los sillones que recorren la pared de la sala, Tammy coge mi bebida, la deja en una de las mesas y me saca a bailar. Adoro a esta chica. 

—Vamos a hacerlos enloquecer — me dice al oído mirando hacia donde están los chicos que hablan con Andrew y Jacob animadamente. 

Enzo gira ligeramente su cabeza para posar sus ojos en mí durante unos segundos. Eleva una de las comisuras de sus labios haciendo que su sonrisa sea mucho más sexy. Oh, sí, vamos a darlo todo. Agarro a Tammy por sus caderas para acercarla a mí y quedarnos frente a frente. Ella me guiña un ojo antes de empezar a moverse al ritmo de la música.

Coordino mis movimientos con los suyos, una de mis piernas se coloca entre las suyas empezando a bajar hasta abajo. Tammy toma la iniciativa y apoya uno de sus brazos en mi hombro sujetándose para poder hacer una honda con su cuerpo. Madre mía, baila demasiado bien. Intento seguirle el ritmo lo mejor que puedo y entre movimiento de cadera y de pecho, deslizo mis ojos hacia la mesa donde están los chicos. 

Enzo ha dejado de hablar para clavar la vista en mí. No lo veo pestañear en ningún momento, se limita a beber de su vaso y a moverse en el asiento como si estuviera incómodo. La canción llega a su fin y vamos a enlazar el baile con la siguiente, pero Kelly aparece entre nosotras. 

—¡Voy al baño! ¿Alguna de vosotras viene? 

Yo niego con la cabeza con la respiración acelerada. Tammy, sin embargo, asiente y sale del reservado con ella. Me dejo caer en el primer sofá vacío que veo para descansar un poco. Veo a Enzo coger mi vaso y levantarse para dirigirse hacia mí. 

—Será mejor que bebas, florecilla, antes de que te deshidrates —me tiende el vaso y yo bebo un largo trago mientras lo miro desde abajo. 

Está de espaldas a los chicos y su cuerpo me cubre por completo. Suelto una sonrisa traviesa antes de dejar la bebida a un lado. Mis dedos se deslizan por sus piernas trazando una línea recta hasta su abdomen. 

—¿Te ha gustado? —Juego con la cintura de su pantalón. 

Aprieta con fuerza la mandíbula manteniendo todo el autocontrol que tiene. 

—Si bailas otra vez así, voy a encerrarte en la habitación de hotel y me perderé entre tus piernas durante toda la noche—. Se agacha hasta que su boca queda a la altura de mi oído—. Y te prometo que no voy a ser nada bueno. 

—¿Ah no? —Me muerdo el labio lentamente. Traga saliva chasqueando la lengua. 

—Será una de las mejores noches de nuestra vida —me aseguro rozando mi oído. Un escalofrío me recorre el cuerpo haciéndome inclinar la cabeza y mostrándole mi cuello. 

Un Pacto Con El DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora