29. Culpabilidad.

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Jess 

Me levanto con un mensaje de Enzo y otro de Tammy. Les han cambiado el horario del partido, van a jugar hoy por la mañana al igual que los niños ricos. Joder, no podré vender merchandising con Tammy, ni ver a los diablos. Salgo de mi habitación y me dirijo a la cocina para desayunar. Está todo en silencio, la puerta de la habitación de Maddie está abierta y no hay nadie. Me muerdo el labio dubitativa. Puedo inventarme cualquier cosa para no ir a ver a los niños ricos.

Decido llamar a Tammy mientras el café se está haciendo. 

―¡Que mala suerte que no puedas venir! ―Se queja nada más descolgar el teléfono. 

―En realidad sí que puedo ir si me ayudas a buscar una excusa decente. 

Me separo el teléfono de la oreja cuando Tammy suelta un grito de alegría ante mi propuesta. 

―¡Esa es mi diabla! A ver siempre puedes decir que has estado mala y que has ido al médico si vuelven a casa antes de tiempo. 

―No es mala opción. En realidad, creo que es la única viable. 

Hablamos un poco más acerca del stock que nos queda de camisetas y otros productos antes de colgar el teléfono para prepararme. Le escribo un mensaje a Maddie diciéndole que me he levantado mala y no podré ir al partido. Hay una pequeña parte de mí que todavía espera una llamada suya preocupada, o un mísero mensaje preguntando si necesito algo, pero nunca llega. Lo único que me dedica es un emoticono con el pulgar hacia arriba. Al parecer eso es todo lo que soy para ella. Genial. Estos pequeños gestos son los que marcan la diferencia y aunque sea mentira, me ha servido para darme cuenta de que todo esto ya no merece la pena. 

Cojo la sudadera de los diablos, la mochila con varias cosas y salgo de casa sin mirar atrás. Me quito cualquier sentimiento de culpabilidad que pueda llegar a sentir por mentir. Voy andando hasta la pista de hielo porque Tammy tenía que ir a recoger varias cosas y no le daba tiempo a venir a por mí. Disfruto de los rayos de sol que me calientan la cara en contraste con el vaho que sale de mi boca cada vez que respiro. 

No se en qué momento y han pasado dos meses de curso y en una semana es Acción de Gracias. Los exámenes finales están a la vuelta de la esquina y no puedo descuidarme ahora, además, llevo bastante tiempo sin trabajar en mi proyecto. Compruebo la hora de mi reloj y veo que aún tengo tiempo, así que me desvío hacia los trasteros para asegurarme de que todo sigue como estaba. Efectivamente, cuando levanto la verja las cajas siguen en el mismo lugar, los primeros libros encargados están envueltos en bolsas de plástico y las flores que decorarán las cajas descansan encima de la mesa. Decido coger varias junto a las cajas y hago una foto para bookstagram. 

No pasan ni cinco minutos cuando los primeros comentarios me llegan. La gente apuesta por diferentes ideas de mi proyecto, un libro autopublicado, velas literarias o merchadising relacionado con los libros. En realidad no es ninguna de esas, pero la gente cada vez está más cerca de averiguarlo. Dejo todo como estaba y camino hacia la Rivalry. 

Llego a tiempo de ver a los chicos entrenar y de ayudar a Tammy a preparar el puesto. 

―Podríamos ampliarlo, varias de mis amigas nos ayudarían y así dividimos las camisetas por una parte y lo demás en otro puesto ―me informa a medida que va ordenando las cosas sobre la mesa. 

―Sí, podría estar bien. También he pensado en crear otro tipo de producto, uno mucho más personalizado. 

Siempre que tengo tiempo libre, pienso en nuevas ideas tanto para los libros como para el hockey. Soy una persona muy creativa y que siempre tiene que estar haciendo algo. 

Un Pacto Con El DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora