6. Dulce venganza.

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Jess

Enzo Hunter se va a enterar de quién es de verdad Jessica Keller. Me pone de los nervios cada vez que me llama "florecilla". Arg. Con esa voz ronca y grave que hace que mi cuerpo se tense. Odio que mi cuerpo reaccione así. Tiene algo que me atrae hacia él, como una especie de imán, pero tengo que mantenerlo alejado de mí porque no me va a traer nada bueno. 

"¿Tú has visto esos abdominales?" 

Sí, conciencia, claro que los he visto. ¡Y los he tocado! Necesito distraerme y pensar en algo para hacerme respetar. No voy a consentir que vuelva a vacilarme de esa manera. Ni loca. Salgo del campus para dirigirme a una de las calles paralelas a los apartamentos. Voy a continuar con mi sueño. Hay que ser constante y pienso serlo. Saco un manojo de llaves de mi mochila para coger la que pone "trastero nº 2". Abro la primera puerta que da paso a un largo pasillo donde se distribuyen los trasteros a ambos lados. 

Me dirijo al mío, corro la cortina de metal y después la cierro. Mi pequeño paraíso. Cientos de cajas están colocadas en las estanterías. A la derecha están las vacías y a la izquierda las que ya tienen algunos de los productos dentro. Me costó mucho llevarme todo esto a la mansión este verano, pero me sirvió para arreglar todos los papeles relacionados con los impuestos y empezar a realizar fotografías de los productos. 

Si todo va bien podré dejar de estar en las sombras en primavera. Aún queda mucho trabajo por delante y pienso disfrutar cada paso de este proceso. Las horas allí pasan sin darme cuenta y cuando miro el reloj son casi las siete. Recojo mi mochila, guardo todos los materiales y veo una pequeña margarita en el suelo. Se habrá caído del interior de alguna de las cajas.

Me quedo mirándola unos segundos, pensando en qué puedo hacer con ella. ¡Claro! ¿Cómo no se me había ocurrido antes? Sé qué voy a hacer con la camiseta de Enzo. Sonrío de oreja a oreja y me marcho de allí para ponerme manos a la obra. En el apartamento tengo todo lo que necesito. En cuanto llego a mi habitación, rebusco en el armario para encontrar su camiseta. Por supuesto que la había lavado, pero quería saber cómo de importante era para él. 

Saco lo que necesito de un cajón, me cambio la camiseta para no marcharme y selecciono una foto para tenerla de referencia. Ese diablo va a recibir de su propia medicina. Me quedo allí durante gran parte de la noche mientras me pongo alguna serie de fondo. Esa noche me olvido de los libros, de actualizar mis redes y me centro en el sabor que tendrá la venganza. 

A la mañana siguiente Maddie y yo desayunamos en silencio. No hemos hablado desde que la encontré llorando en el baño. Ayer cuando llegué no estaba y no la he escuchado llegar a lo largo de la noche. 

―¿Vamos a estar así todo lo que queda de curso? Porque acabamos de empezar. 

Levantó mis cejas esperando una respuesta. Necesito que me haga cómplice de sus sentimientos, de lo que pasa por su cabeza y de los motivos por los que está con Mike. 

―¿Dónde estuviste ayer por la tarde? 

Si hay algo que odio es que me respondan con otra pregunta. ¡Yo he preguntado primero! Cojo aire con fuerza para mantener la calma. No pasa nada. Puedo manejar esta situación. 

―Estuve dando una vuelta por el centro. Necesitaba despejarme ―quiero quitarle importancia porque no quiero que el centro de atención recaiga en mí―. Maddie, ¿qué está pasando entre Mike y tú?

Baja la mirada y se muerde el labio nerviosa. 

―Nos queremos y estamos empezando una relación. Ya sabes que los inicios no son fáciles porque no terminamos de entendernos.

Eso era lo último que quería escuchar. ¿En serio? ¿Una relación? Pensaba que mi amiga no caería en las garras de un manipulador como él. 

―Si no os entendéis, a lo mejor no deberíais seguir forzando las cosas.

Un Pacto Con El DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora