Jess
Cojo de la cintura a Maddie antes de que caiga rodando por las escaleras. Está más que borracha. Creo que ni si quiera es consciente de que me ha llamado llorando y pidiéndome por favor que la sacara de allí. La casa está hasta arriba de niños ricos. Solo faltaba yo para estar al completo y aquí estoy. Bajamos las escaleras con cuidado.
―Eres muy buena amiga, lo sabes ¿verdad? ― Maddie arrastra las palabras y casi no puedo entenderla.
La ignoro para concentrarme en agarrarla bien de la cintura y pasar uno de sus brazos por mi hombro. Salimos por la puerta de la casa para ver el jardín hecho un desastre. Hay cientos de vasos tirados por todas partes, bolsas de plástico y varias personas están sentadas en los escalones delanteros del porche. Dejo escapar un suspiro de fastidio cuando veo a Peter. Está claro lo que va a hacer. Se levanta y se dirige a nosotras. No podía dejarnos en paz por una noche.
―¿Te la llevas a casa? ― Me pregunta echando un vistazo a mi amiga. Se relame los labios al ver su vestido ligeramente subido. Estiro una de mis brazos para apartarle de mi camino, pero no se mueve ―. Tienes cara de tener sed. Toma, bebe un trago.
¿Cree que voy a picar? Menudo iluso. Niego con la cabeza antes de hablar.
―Peter, por favor, sigue con la estúpida fiesta y déjanos pasar.
Sabe que no estoy de broma y no sé si es porque también está borracho o ve algo en mis ojos que le asusta, pero se aparta sin decir ninguna palabra más. Vaya. Tengo que aprender a hacer esto más veces. Bajamos los escalones, saco el móvil y pido un Uber. No tardará más de quince minutos en llegar, genial.
Maddie gimotea algo antes de apoyar su cabeza en mi hombro y empezar a llorar.
―¿Qué ha pasado esta noche?
Intento que mi tono de voz suene relajado para que confíe en mí, que me cuente sus secretos y sus miedos como hacía antes de empezar a salir con Mike.
―Mike es un capullo.
―No me digas. ¿Cómo lo has sabido?― Pregunto con ironía.
Siento cierto alivio porque puede que esté empezando a abrir los ojos, que se de cuenta del tipo de persona que es.
―Lo he pillado tirándose a otra. ¿¡Te lo puedes creer!?
Claro que me lo creo. Mike es así y no es el único, por desgracia. Un coche negro se detiene junto a nosotras y compruebo que es el Uber. Nos subimos en la parte trasera y le doy mi dirección al conductor. Maddie no vuelve a hablar en todo el trayecto. Yo rezo silenciosamente para que no vomite sobre la alfombrilla del coche. Mi móvil suena con dos pitidos. Acabo de recibir dos mensajes. No puedo reprimir la sonrisa que amenaza con salir.
Número desconocido: pillada. He comprobado que el número es tuyo. Solo he tenido que preguntar a Tammy. Pan comido, florecilla.
Número desconocido: espero que todo haya ido bien con Maddie.
Miro a mi derecha para comprobar que mi amiga sigue con los ojos cerrados. Guardo el número con el nombre de Enzo y le contesto.
Jess: te lo he puesto demasiado fácil. La próxima vez que quieras conseguir algo, no seré tan buena. Ya estamos llegando a casa.
El conductor para el coche frente a la puerta y yo saco mi cartera del bolso para pagarle. Subo con Maddie a rastras hasta nuestro apartamento. Vamos a acabar las dos en el suelo. Por suerte conseguimos llegar hasta su habitación sin ningún rasguño. Mi amiga se tira sobre la cama boca arriba y ahí se queda.
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Un Pacto Con El Diablo
RomanceEn la Rivalry no hay opción. Rico o Diablo. ¿Qué pasaría si tu mejor amiga está en la relación más tóxica que existe? ¿Serías capaz de aliarte con tu peor enemigo para salvarla? Jessica lo tiene muy claro. ¿Y si tu equipo de hockey necesita desesp...