57. Lugar seguro.

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Enzo 

La estrecho entre mis brazos con más fuerza. Ha dejado caer su cuerpo sobre mi pecho mientras se recrea en admirar nuestro antiguo garaje. Me muero de ganas por ver su cara ahora mismo, pero sé que está procesando todo lo que tiene delante. Tres estanterías exactas con la misma distribución. En unas cajas, en otro adornos y en la otra libros. Me he permitido el lujo de comprar algunos de los títulos que más se están vendiendo de novela romántica. Espero no haber metido la pata. 

Después de ayudarla en varias ocasiones, sabía identificar los productos y dónde los había comprado. No es ni la mitad del material que ella tenía, pero creo que servirá para empezar de nuevo. 

―La pista de hielo es mi lugar seguro ―susurro en su oído. 

Me separo un poco para meter la mano en mi bolsillo trasero y sacar un juego de llaves. Giro en torno a ella hasta que quedo justo enfrente. 

―Este puede ser tu lugar seguro, si tú quieres ―propongo cogiendo las llaves por el llavero que he comprado especialmente para ella. 

―Son...bolos ―sus ojos titilan cuando se da cuenta del significado.

Aquella noche en la bolera marcó un antes y un después en nosotros. Pudimos conocernos un poco más, indagar en nuestro interior iniciando un vínculo que nada podía romper. O al menos eso pensaba. 

―Enzo...todo esto ―las palabras le salen inconexas. Sus ojos viajan de un lugar a otros sin saber todavía qué hacer, ni qué decir. 

Hasta que en su cara algo camba. Sus ojos se aguan un momento, para un instante después lanzarse literalmente a mí. El impacto de nuestros cuerpo al juntarse me tambalea, pero consigo mantenernos firmes en el sitio. 

―Siento todo lo que ha pasado ―dice con sus labios rozando mi cuello―. Me hicieron desconfiar de ti, no sabía a quién creer y ver mi sueño ardiendo fue como si me arrebataran algo dentro de mí.

Noto la humedad de sus lágrimas mojar mi camiseta. 

―Eh, florecilla, no te preocupes ―apoyo mis manos en sus hombros para separarnos y poder mirarla a los ojos―. Pasaron las cosas muy rápido, es normal que te sintieras así. Lo único que importa es el presente. Nosotros. Aquí y ahora. 

Ella niega con la cabeza mientras sus manos ascienden hasta acunar mis mejillas. 

―No, Enzo. Lo que de verdad importa es que he tomado una decisión. 

Mi cuerpo entero empieza a temblar porque me puedo imaginar de qué clase de decisión está hablando. Se trata de nosotros, de nuestra relación. Un pinchazo se instala en mi estómago apretándome. Rezo todo lo que sé para que apueste por vivir nuestros sueños juntos. 

―Puede que los libros sean mi refugio ―dice mirando alrededor de nosotros―. Pero siempre acudiré a ti, Enzo Hunter. Tú eres mi lugar seguro. 

El aire que he estado conteniendo sale de mí en una especie de risa y sollozo. Mi cuerpo actúa antes de que pueda hacer cualquier cosa por evitarlo. Mis labios buscan los de ella como si fueran el oxígeno que necesito ahora mismo. Cuando se encuentran a mitad de camino, mi interior grita de alegría. 

Encajamos a la perfección. Somos como dos piezas de un puzzle que fueron separadas. Mi lengua entra en su boca de una manera tímida que ella se encarga de cambiar. Joder, cuánto lo echaba de menos. Juegan a encontrarse entre nuestros labios y el deseo contenido de los días se acumula en mi entrepierna. Paso mis manos por detrás de sus muslos para cogerla. Ella entrelaza sus brazos por detrás de mis hombros juntando más su centro con el mío. 

Un Pacto Con El DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora