Enzo
Ahora mismo mi corazón late más rápido que cuando recorro la pista de hielo de un extremo a otro a toda velocidad. Las cosas de Jess están encima de la mesa de la biblioteca, así que no tiene que estar muy lejos. Recorro los pasillos, reviso aquellos que son sus favoritos con la esperanza de encontrármela leyendo en el suelo cualquier libro que le ha llamado la atención. Nada. No está por ningún sitio.
Le escribo un mensaje al cual no contesta y lo único que produce en mí es más preocupación. Mi ritmo cardíaco aumenta. No debería ponerme así, estará en el baño o habrá ido a por algo de beber, no puede irse muy lejos porque se ha dejado el abrigo. Pero según están las cosas en la Rivalry, yo ya me imagino los peores escenarios. Sé que los niños ricos no dudarían en jugar así. Salgo a la calle y escribo otro mensaje mostrándole mi preocupación.
Joder, es que como no responda, me voy a recorrer la maldita universidad entera. Cinco minutos después, es la única opción que me queda. Corro hacia el edificio principal cuando una puerta se cierra en el edificio. Alzo la mirada y la encuentro allí, a escasos metros de mí, con la respiración acelerada y el móvil apretado contra su pecho.
—Florecilla —murmuro soltando todo el aire contenido en mis pulmones.
Ambos nos acercamos hasta que sus manos me rodean la cintura con fuerza. Paso mis brazos por sus hombros y una de mis manos se hunden en su pelo. Dios, esto es demasiado reconfortante.
—¿Estás bien, cariño? ¿Dónde te habías metido?
Me separo de ella y acuno su cara entre mis manos para analizarla porque su corazón late el doble de rápido que el mío. Parece que va a darle algo.
—No te puedes creer lo que he visto, es muy fuerte Enzo. Se lo he enviado a Tammy por si quiere devolvérsela a los niños ricos. He visto a Peter con una mujer, he intentado seguirla y la he pillado con el director. De verdad que...—habla entre hipidos y con la respiración acelerada.
—Eh, florecilla, cálmate, por favor. ¿Qué te parece si vamos a casa y me lo cuentas tranquilamente? —Le toco el brazo con suavidad para comprobar lo que ya sabía—. Joder, estás helada, vamos al coche y yo recojo tus cosas.
Asiente sin decir ninguna palabra más y acepta mi sudadera encantada de la vida, porque a saber cuánto tiempo lleva en manga corta en pleno invierno en Detroit. Nos damos la vuelta dando un par de pasos para avanzar y antes de que Jess pueda reaccionar, la cojo del brazo y tiro de ella hasta unos arbustos que hay junto al camino.
—Enzo, ¿qué te pasa?
Me llevo el dedo índice a los labios en señal de silencio para después indicarle que mire el camino de entrada al edificio. Alguien se acerca y no es nada más ni nada menos que Peter. Cuando ella se da cuenta de quién es, abre tanto la boca en señal de sorpresa que pienso que se le va a desencajar la mandíbula.
Se arrima más a mí y los dos nos quedamos completamente quietos. Hay poca luz y Peter va muy decidido al edificio así que pasa de largo casi sin darse cuenta. En cuanto la puerta se cierra tras él, cojo a Jess de la mano y empezamos a correr hasta llegar al parking, sin mirar atrás ni pararnos en ningún momento.
Abro el coche, Jess se sube en el asiento del copiloto y yo espero junto a su puerta hasta que se sienta, una vez dentro, me inclino sobre ella, enciendo la calefacción y le dejo las llaves.
—Voy a por tus cosas y vuelvo, ¿vale? No tardaré más de cinco minutos. Si pasa cualquier cosa, me llamas.
Me mira a los ojos de una manera penetrante y con el ceño fruncido. Me está analizando. Las yemas de mis dedos acarician su mejilla con suavidad. Es tan preciosa que a veces pienso que todo esto es un sueño porque no me la merezco. Ella está tan llena de vida que ojalá pudiera verse como la veo yo, pero le falta algo que siempre lleva encima y que durante las últimas semanas he ido viendo menos. Su sonrisa.
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Un Pacto Con El Diablo
RomanceEn la Rivalry no hay opción. Rico o Diablo. ¿Qué pasaría si tu mejor amiga está en la relación más tóxica que existe? ¿Serías capaz de aliarte con tu peor enemigo para salvarla? Jessica lo tiene muy claro. ¿Y si tu equipo de hockey necesita desesp...