20. Adicción.

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Jess

Ahora mismo no sé describir cómo se encuentra Larry porque está entre emocionado y nervioso. No para de hablar de los nuevos diseños que les hemos enseñado hace apenas unos minutos. Nos pide que se los pasemos cuanto antes, que quiere hacer fondos de pantalla para todo el equipo y piensa hacer él mismo las camisetas si tardamos mucho en pedirlas nosotras. Parece un niño pequeño la mañana de reyes. Tammy lo mira con un cariño que no llego a descifrar. Sé que pasa algo entre los dos, pero o aún no tienen la suficiente confianza para contárnoslo o es que ni si quiera han dado el paso. 

Las miradas que se intercambian son capaces de hacer arder toda la cafetería ahora mismo. Los pequeños roces entre sus manos y el hecho de que Larry apoye el brazo en el respaldo de Tammy es lo que delata que la química entre ellos es evidente. 

Giro mi cabeza para mirar a Enzo con detenimiento. No ha dicho nada sobre los diseños y no sé cómo tomarme eso. Llevamos trabajando en ellos toda la semana y en cuanto nos des el visto bueno mandaremos hacer las camisetas y las tote bag para que estén listas este fin de semana. Hay partido de los diablos en casa. La gente espera más merchandising así que no tenemos mucho tiempo. 

―¿Qué te parece? ―Pregunto con cautela. Sé que él estudia marketing o algo por el estilo así que entiende bastante sobre diseño. 

Quizás por eso me de miedo su respuesta porque los demás estamos aquí creyendo que es el mejor diseño del mundo y puede que sea una mierda. Enzo mira de nuevo la pantallas para después mirarme a mí. Sus pupilas están dilatadas. Coge una bocanada de aire antes de sonreír. 

―No sé cómo lo habéis hecho, pero es increíble, de verdad ― sus comisuras se elevan más y yo dejo escapar todo el aire que estaba conteniendo. 

―Tammy fue quien materializó la idea que teníamos en la cabeza, yo solo...

―¡Eh! Te estoy escuchando ―me interrumpe Tammy―. No la hagas caso, Enzo. Ella me pasó el boceto, yo solo tuve que darle color y retocar algunas líneas. ¡Va a arrasar!

No corrijo a mi amiga porque sé que no va a servir de nada, es muy cabezona cuando quiere. No me gusta que me aleguen, me incómoda recibir toda la atención y prefiero desviarla. Enzo se da cuenta de eso y aprovecha para regodearse un poco de mí. 

―No sabía que eras vanidosa, florecilla. Eres toda una caja de sorpresas. 

―Tú te quedaste con el ego de todo el mundo, no dejaste nada para los demás.

―¡Uh! Que dura esa, tío ―es Larry quien lo dice llevándose una mano al pecho como si a él también le hubiera dolido. 

Tammy se ríe y Enzo se pasa una mano por la barbilla intentando pensar en el siguiente comentario. Creo que es la primera vez que se queda sin palabras. 

―Esa ha sido muy buena. 

Aparecen unas pequeñas cosquillas en mi estómago cuando Enzo me guiña un ojo de esa manera tan chula. Con ese aire irónico y mirándome por encima del hombro. Si no lo conociera ya, pensaría que es un auténtico capullo. Pero no lo es. Se preocupa del equipo y de todos sus compañeros como si le fuera la vida en ello, se pone la fachada de tipo duro para que las cosas no le afecten demasiado y su aire de chico duro es su mejor escudo. Sin embargo, Enzo también es el chico que se ha acordado de traerme un cepillo y una goma de pelo cuando lo he necesitado y el mismo que se ha abalanzado sobre mí para que no me descubrieran.

Así que conmigo puede jugar el papel de chico malo todo lo que quiera y si es en la cama, mejor. ¿Pero qué narices estoy diciendo? Deshago esa idea de mi cabeza antes de que cale más en mi interior. 

Un Pacto Con El DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora